Los bomberos y la falta de recursos para combatir incendios de pastizales y bosques

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Ante la inminente llegada de la temporada veraniega, tanto en nuestra zona como en el resto del país comenzaron a hacerse sentir los incendios de pastizales que, año tras año, generan preocupación no sólo porque causan pérdidas materiales, sino porque pueden llegar a poner en peligro la vida de muchos pobladores.

Como se sabe, hace pocos días se vio elevar desde una zona despoblada de Berisso una densa humareda que cubrió literalmente el Centro y muchos barrios de nuestra ciudad, causando lógica preocupación en los vecinos. Tal como determinaron luego los bomberos locales, se trató de un incendio de pajonales que se desató en un área ganada por altos pastos, de difícil acceso.

Lo cierto es que vecinos de Tolosa, Ringuelet, Gonnet y la zona norte platense se alarmaron, al suponer que podía tratarse de una emergencia más grave, no descartando, incluso, que hubiera ocurrido algún accidente en el polo petroquímico de la Región. Aunque, afortunadamente, pudo comprobarse que las llamas y la humareda provenían del fuego que había ganado a un área de pastizales.

Cabe señalar que también se registraron incendios similares en la zona de los barrios Aeropuerto y San Carlos, así como en un sector de la ruta 36 a la altura de 409, según indicaron fuentes de Defensa Civil de nuestra ciudad.

Se está, por consiguiente, una vez más, ante la necesidad de que se acentúen las actividades de prevención y, a la vez, se profundicen todas aquellas medidas que apunten a combatir con celeridad y eficacia los eventuales frentes de fuego que puedan presentarse. Tales previsiones son igualmente válidas para los más temidos incendios forestales que, año tras año, causan pérdidas muy gravosas en el país y ponen en riesgo a muchas vidas.

Está claro que los incendios no dan tregua y que se reiteran, muy especialmente, en la temporada de verano y buena parte de las ricas zonas boscosas de la Argentina. Y la realidad es que, si bien se han advertido algunos avances en los últimos años -sobre todo a partir de algunas verdaderas catástrofes registradas por ese motivo en el sur- todavía no se nota que existan resguardos adecuados y sobre todo que funcionen con la eficiencia necesaria para generar una protección efectiva de la enorme riqueza que significan para el país los bosques, los campos y las reservas forestales.

Lo cierto es que la experiencia acumulada y la que puede obtenerse de otras naciones donde también existen grandes extensiones de bosques o pastizales y deben combatirse situaciones similares, debiera servir para que, por lo menos, pudieran reducirse los daños que provocan estos siniestros.

La suficiente provisión de recursos materiales a los cuerpos de bomberos de nuestra zona, así como la disponibilidad de más y mejores aviones hidrantes para la zona sur y la cordillerana, la existencia de una organización de guardabosques dotada de los medios necesarios, además de la imprescindible asistencia a quienes combaten las llamas, son requerimientos impostergables.

Se está hablando, en la mayoría de los casos, de contar con estructuras aptas para luchar contra el fuego, antes de que valiosos patrimonios queden devastados por la desviación de piromaníacos, por la negligencia irresponsable de muchas personas, por los arbitrios del clima o la desidia de las autoridades.

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