La plaga de los estorninos no se combate con podas indiscriminadas de árboles
| 18 de Febrero de 2017 | 01:52

Hace pocos años funcionarios de la Comuna platense consideraron que la mejor fórmula para combatir la plaga de estorninos que se había instalado en el barrio de Tribunales, consistía en podar a los árboles. Como se recordará, los trabajos se tradujeron en una suerte de depredación de las copas de valiosos ejemplares, al extremo de convertirse en literales trabajos de tala y no de corrección, condenándose por consiguiente a quienes vivían o transitaban por esa zona a carecer por completo de sombra durante varias temporadas, en operativos que, además, se realizaron fuera de época.
Lo cierto es que los estorninos, como aquerenciados, volvieron desde hace unas semanas al barrio de Tribunales, cuyas veredas y autos estacionados quedan cubiertos por un manto de excrementos, además del olor penetrante e insoportable que ello origina. Los reclamos, en estas jornadas, volvieron a la Municipalidad y, por ello, lo primero que debiera esperarse es que los funcionarios no vuelvan a promover podas mutilatorias y fuera de temporada.
Como se recordará, luego de haber descartado otros procedimientos para combatir a los estorninos –entre ellas, la instalación de redes especiales o mallas en las copas, con las que los capturarían para llevarlos a zonas alejadas del casco urbano y allí liberarlos- finalmente se optó por la poda, que resultó ser visiblemente desmedida. El resultado fue que los estorninos se desplazaran a pocas cuadras de allí, creando los mismos problemas en las cercanas veredas de diagonal 74.
En numerosas oportunidades se reflejaron en este diario los “criterios” invocados por funcionarios de varias administraciones para intentar explicar este tipo de podas. Lo cierto es que los especialistas en el tema cuestionaron desde siempre las desmesuras en que incurren las cuadrillas municipales, calificando por lo pronto a este tipo de podas como “innecesarias”.
Por su parte, desde el ministerio de Asuntos Agrarios bonaerense se advirtió hace dos años que “la poda no es un proceso natural, por lo tanto puede considerarse como una agresión”, y se aclara que “un árbol que no sufra coacciones especiales en su expansión aérea o subterránea, y que no presente señales de debilidad o de ataques parasitarios, no necesita ni debe ser podado”.
Bien se conoce que el arbolado platense sufrió, en el curso de muchos años, un deterioro tan gradual como sostenido, disminuyendo la cantidad de sus ejemplares hasta llegarse al punto de que un relevamiento realizado no hace muchos años por especialistas de la facultad de Agronomía determinó que en La Plata faltaban, cuanto menos, 15 mil árboles, para poder mantener así la excelente ecuación de árbol por habitante que mantuvo a lo largo de décadas, desde su fecha de fundación.
Por respeto a una tradición que se nutre en los orígenes mismos de la Ciudad, los funcionarios municipales debieran valorar, de una vez por todas, la importancia que adquiere la preservación del patrimonio forestal platense, que forma parte de la mejor identidad ciudadana. Y que, fundamentalmente, cumple con una función ambiental que cada día es más básica para enriquecer la calidad de vida. La Plata demanda desde hace años no sólo una mejor defensa sino el acrecentamiento, del arbolado público, que es esencial para enriquecer la calidad de vida.
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