Gente de trabajo, “familiera” y muy querida en todo el barrio

La pareja asesinada se dedicó a la venta de frutas y verduras. Allegados planean marchar por justicia

Pablo Vaccaro (74) y Concepción Diaco (66) vivían hace más de 50 años en La Granja, cuando el barrio se parecía a su nombre. Eso es sinónimo de que todos los conocían. Pero además habían sembrado lazos fuertes con sus vecinos, y hoy es difícil encontrar a alguno que no tuviera para con ellos palabras de elogio.

“Todo lo que tenían era porque se mataron trabajando”, sentenció Silvia Scerra, esposa de un hermano de Concepción. Ella, junto a toda su familia, todavía no cae en la cuenta de la salvajada ocurrida el viernes a la noche.

En el barrio los conocían como los italianos, aunque en realidad Pablo nació en Argentina y su mujer vivió en el país desde los 6 meses. El hombre, junto a sus siete hermanos, cultivó la costumbre del trabajo desde “muy chiquito”.

Esa misma actitud fue la que mantuvo hasta sus últimos años. El matrimonio se dedicó por décadas a la venta de frutas y verduras en las ferias callejeras que hay en la ciudad. El suyo funcionaba, según el día, en 115 y 528, 9 y 38 y en una cuadra aledaña al hospital Rossi.

Sus dos hijos continuaron con la actividad. Pablo parecía haberle relegado sus funciones a ellos, según contaron en La Granja.

Concepción, por su parte, “era el sostén del hogar. Se levantaba a las 4 de la madrugada y tenía costumbres típicas de los italianos. Preparaba los ravioles para su familia numerosa y hacía dulces caseros”, describió un investigador del doble homicidio.

Una nieta del matrimonio está por cumplir 15 años en un par de semanas. Ella quería que sus abuelos fueran los primeros invitados. El o los delincuentes que cometieron la masacre se anticiparon a ese momento.

Al cabo de décadas de esfuerzo, Pablo y Concepción habían alcanzado un nivel de vida cómodo. Su chalet coqueto resalta entre la grisura de galpones, locales y casas viejas que se erigen sobre la avenida 520.

Ayer, las siete ventanas que dan al frente lucían cerradas, con las persianas perfectamente barnizadas. Probablemente estuvieran así la noche del 24 de diciembre, cuando se metieron a robar allí, en la secuencia que, según se sospecha, pudo ser la antesala del espanto del viernes.

“no puede quedar asi”

Todavía están nublados por el dolor y la confusión, pero hay familiares del matrimonio que estudian la posibilidad de organizar una marcha para pedir justicia, ansiosos por que la policía encuentre a los responsables.

Así lo deslizó Silvia Scerra, llorando por la pérdida. “Se la pasaron trabajando, y todo para estos hijos de p..., que ni siquiera les alcanzó lo que habían robado. Tuvieron que venir a matarlos también. Esto no puede quedar así”, reclamó.

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