“Deseo continuar con buena salud, lúcida y rodeada de seres queridos”

Le costó pero lo logró. A los noventa años, y después de varias décadas de “ocultamiento”, Mirtha Legrand se animó recién ahora a amigarse con su edad; una edad que lleva con holgura, vigente y en plena actividad.

¿Y qué puede pedir una mujer que lo ha tenido y lo tiene todo? A esta altura, el pedido decanta, solito, y ella lo sabe. Entonces, no queda más que celebrar el hecho de estar vivo y bien... que no es poco.

“Deseo continuar con tan buena salud, lúcida y rodeada de mis seres queridos. Mi familia me ama y yo los adoro. Y, desde ya, deseo seguir contando con el apoyo del público, algo que no deja de sorprenderme después de tantos años”, contestó Mirtha, en una entrevista con La Nación, en la víspera de su cumpleaños, sobre qué espera de esta nueva etapa.

Este presente, en el que está a punto de comenzar la temporada número 49 de sus clásicos almuerzos televisivos, la encuentra renovada: una característica que no llegó sola sino que fue parte de un proceso personal, de búsqueda inquieta, escapando del temor de quedarse atrás.

“Yo me he ido aggiornando con el tiempo. Estoy actualizada, no me he quedado. ¡Quiero saber todo! Soy moderna, no soy antigua. Ser antiguo es lo peor que te puede suceder cuando pasan los años, cuando no vas evolucionando”, aseguró la conductora, y en la misma línea, agregó: “Yo he evolucionado en muchos aspectos y el público lo agradece. Esto tiene que ver con los cambios en mi modo de pensar. He tenido una apertura en mi mente, en mi cerebro. A mi edad te ponés más sensible, más observadora y más complaciente también”.

Lo bueno de llegar tan bien a su edad, y de tener un programa propio, es que puede decir lo que quiera, sin ningún resquemor. La censura la sufrió en carne propia.

“Cuando sos grande pensás: ¿qué me van a hacer? ¿Me van a sacar de la televisión? ¿Me van a censurar? A esta altura tengo una libertad para decir ciertas cosas que cuando uno es joven no se anima a hacerlo”, reflexionó.

LA CHIQUI, INTIMA

Pero en la vida de Rosa María, también hubo y hay grandes espinas. “Soy una mujer muy positiva. Pero, a veces, añoro... Ya no tengo referentes. No tengo a quien preguntarle: ¿te acordás cuando fuimos al Festival de Venecia o al de Berlín? ¿O cuándo conocimos a fulano o a mengano? No lo tengo a Daniel, con quien hablábamos de nuestra profesión. Lo extraño... Con él conversábamos sobre la vida artística. Pero, por otra parte, estoy muy bien rodeada porque tengo a mi familia y a mis amigos. Aunque, a veces, me siento un poco sola. Pero me sobrepongo...”, reveló.

Para estos estados, la carrera es un buen remedio, contó la diva, aunque a veces el dolor puede más y se filtra dentro de cualquier proyecto. “La profesión ayuda muchísimo. No es que yo me refugie en mi carrera para sobrellevar momentos difíciles, dramáticos o duros, pero el cerebro es algo milagroso. Si ocupás tu tiempo en otras cosas, entonces el dolor se vuelve más suave, se va alivianando. De todos modos, no hay día en que no piense en mi hijo Daniel. Y también en mi marido”, confesó.

Reflexionando sobre el medio artístico en el que se desenvuelve desde hace casi ocho décadas, Mirtha ahondó en su lado más oscuro. “La lucha es muy grande. Luchas contra el paso del tiempo, luchas por el favor del público, luchas con gente que no te quiere y te ataca”, dijo y continuó: “Esta profesión es muy dura, muy cruel, sangrienta en el sentido que de pronto te sentís atacado. Me he dado cuenta que este trabajo te va deshumanizando porque es tan tremenda la obsesión por tener éxito y rating, por triunfar, por lograr que la gente te quiera, que vas perdiendo los valores”.

Su secreto, a esta altura, un consejo que deberían tomar los que aspiran a tener una carrera como la de ella, es el siguiente: “Creo que nunca hay que perder la raíz. Hay que estar con los pies en la tierra”. También, aclaró, es necesario “recordar a tus padres, al pueblo donde naciste, a tus ancestros”. Así y sólo así se podrá, según La Chiqui, sobrevivir al mundo de la fama.