Entre alacranes y `pelotu...` ya se nos escapó enero

Mail: afcastab@gmail.com

Habíamos empezado el año con algunas señales promisorias. Las fiestas pasaron sin zozobras, la inflación se tomaba un descanso y Aranguren estaba callado. Las vacaciones siempre invitan a una pausa, aunque la actualidad es tan porfiada que no te suelta. En la época de los festivales folklóricos, el gobierno siguió repitiendo su coreografía: mudanza, zarandeo y recular ante el primer zapateo. ¿Autocrítica o improvisación? Faltaron certezas y sobraron disculpas. Pero bueno, en ese ambiente, los alacranes hicieron su entrada y a puro picotón anticiparon el tono de un año que promete varias ronchas. El calor se hizo sentir más que nunca. Y Parrilli fue el gran pelotudo del verano. ¿Algún kirchnerista podrá discutir esa calificación? Pero no fue el único: el jefe de feriados de la Casa Rosada va a tener que revisar su menú de fallidos para no tener que andar reacomodando efemérides y cambiando los días de descansos. La impronta de ensayo y error fue muy lejos. ¿No estaría bueno que el gobierno reservara un día de la semana para las desmentidas? La ley del arrepentido puede ser una solución. ¿Y si mañana Aranguren pide disculpas y el gobierno da marcha atrás con el tarifazo? Quién te dice.

TETAS REBELDES

Las tetas al aire siempre desestabilizan. A los desnudos se les encarga tareas extra curriculares. Militan y sirven para la protesta y el reclamo. Lo que sorprendió es que las tetas de Necochea no traían ningún mensaje. No andaban atrás de ninguna reivindicación. No las exhibían para salvar la ballena de Puerto Madryn ni la capa de ozono. Nada que ver. Eran tetas sin mandato específico. Al natural, sin discursos ni planes. Uno las podía ver sin tener que firmar ningún manifiesto. Estaban en la playa, el sol picaba y sus dueñas querían tostarse hasta donde pudieran. No desafiaban ni molestaban a nadie. Aunque las tetas nunca molestan. Hasta que llegó la policía y lo que era una curiosidad empezó a ser un escándalo. Es cierto hay tanta policía que no quedan tareas preventivas para poder abastecer a todos los graduados. Las distintas fuerzas han repartido como sea un mapa infractor que va creciendo. ¿Hay más policías porque hay más ladrones? ¿O viceversa? La patrulla primero trató de convencerlas: en Necochea los topless no tienen cabida. Explicaron que en la playa hay chicos y señores grandes, aunque los señores suelen agradecer las tetas fuera de programa. Y las emplazaron: debían cubrirse o dejar el balneario para no ofender a la gente tapada. Como no hicieron caso, la patrulla pidió refuerzos y al rato volvieron más. El discurso era el mismo. La negociación por los pechos al aire atrajo mucho turista. La poli se mantenía firme. Y las tetas, también. Al final las chicas se fueron. Estaban en desventaja: eran veinte agentes armados contra seis lolas sin nada. Pero al otro día, la justicia salió en su defensa: “Mostrar los pechos en una playa no constituye un delito. En consecuencia, la policía no puede pedirle a una mujer que esté haciendo topless en un lugar público que abandone el lugar o que se vista. Mucho menos, detenerla”. Así surge del fallo que emitió el juez en lo Criminal N° 1 de Necochea, Mario Juliano. Que fue más lejos a la hora de encuadrarlas: lo que hicieron las tres mujeres que se sacaron los corpiños fue “un acto de rebeldía cívica frente a pautas culturales, pero que de ninguna manera eso puede ser interpretado como un delito”. Ni cárcel ni multa. Vía libre para los topless. La policía que recorre las playas deberá hacer la vista gorda y, en todo caso, si tienen ganas, echarles un vistazo y a seguir patrullando. El fallo fue bien recibido por mirones y senos rebeldones. Los gobernantes que prometen transparencia deberían amonestar a estos agentes del Operativo Sol que querían dejar las tetas a la sombra. Ahora se viene un tetazo nacional. Hay varias fechas elegidas para salir a la calle con la remera baja en señal de protesta y sinceramiento. Al final las lolas de Necochea, que no portaban ningún mensaje, van a terminar siendo pura ideología.

Hay que estar atento. Lo que miramos nos define. Si las queremos destapadas, ¿no seremos sexistas? Si las preferimos tapadas, ¿no seremos censores? Es difícil acomodar la hombría entre tanta suspicacia. Si mostrarlas es un gesto de rebeldía cívica, ¿contemplarlas será una forma de la militancia? Para el juez de Necochea, esas tetas al sol venían a desafiar una norma de la dictadura. Desearlas, o no, ya es una cuestión jurídica. El aire está muy sensible y no sólo en la playa. Antes de curiosear escotes habrá que fijar posición. Y aguantar lo que venga.

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