Vecinos ponen el grito en el cielo por los trastornos en Circunvalación
Edición Impresa | 11 de Marzo de 2017 | 02:45

La obra hidráulica que recibirá, bajo tierra, los excedentes pluviales del arroyo Regimiento y que comenzó a desarrollarse sobre la avenida 31 entre las calles 57 y 59, dejó “sin salida” a los frentistas de ese tramo de la Circunvalación. Por un lado se escucha el reclamo de los vecinos cuyos autos quedaron “atrapados” en los garajes particulares, mientras que por parte de los comerciantes la queja se centra en la caída de la actividad, producto de que gran parte del movimiento de caja se da por los “clientes al paso” y que, ahora, debido a la interrupción en el tránsito, no pasan.
Para construir este tramo del conducto derivador se levantó el hormigón de todo el pavimento y se comenzó con las excavaciones. Luego se montará el caño adonde irá el agua de lluvia que suele desbordar el arroyo de la zona y así se evitará el anegamiento en los barrios.
En líneas generales, las familias y comerciantes que ocupan las dos cuadras donde se trabaja admiten que la ampliación de los desagües “es necesaria”. Es que el agua les entró durante la trágica inundación de 2013 y no quieren que vuelva a ocurrir algo semejante en la Ciudad. Lo que cuestionan es la “falta de organización” previa a la obra. “No nos avisaron; sino, con tiempo, podríamos haber previsto algo para que esta situación no nos impacte tanto”, explicó Alejandro Echarte, dueño de un taller mecánico de 31 entre 57 y 58 donde tienen que hacer malabares para que los clientes puedan acercar sus vehículos.
La preocupación de los frentistas es extrema; tanto que se ha formado una suerte de comisión que tratará de hablar con las autoridades comunales para solicitar alguna clase de indemnización por los daños y pérdidas que ya sufren como consecuencia de la obra. Muchos de los comerciantes alquilan los locales por altas sumas de dinero y el corte de la circulación vehicular ha hecho caer en picada los ingresos.
En los hogares no la pasan mejor. “Primero dijeron que la obra iba a durar tres meses; después, seis meses, y ahora algunos ingenieros que están a cargo dicen que esto va a durar más de un año”, se lamentó Manuel Jurado mientras señalaba una de las rajaduras del frente de su vivienda -en 31 entre 58 y 59-, causada, según afirmó, por las vibraciones de los taladros eléctricos al levantar el pavimento. Ese no es el único efecto no deseado que le originan al vecino la construcción del aliviador. “Me quedó el auto adentro de la cochera y no sé cómo voy a sacarlo”, dijo el hombre, y su mujer, Mirta, agregó: “por los sacudones se nos desmontó un aire acondicionado y se mueven las puertas y las ventanas”.
Otro problema que enfrentan en esas cuadras es el paso permanente y a toda velocidad de las motos. “Como no pueden ir por la calle andan por la vereda. Si eso no se frena va a haber un accidente”, alertó una vecina que vio cómo un rodado esquivaba a una nena que salía con la mamá de su casa.
CAOS DE TRÁNSITO
Por la imposibilidad de transitar en ese tramo de la Circunvalación se crean serios trastornos en las inmediaciones. La recarga vehicular se da en la esquina de 31 y 60, donde se forma un embudo de coches y micros; y también sobre la calle 30, desde 60 hasta 55, pues como vía que funciona de alternativa descendente colapsa, tanto que los autos avanzan a paso de hombre. Ese inconveniente fue detectado con preocupación por los taxistas. “No tomaron ninguna precaución con la obra. La 30 es una arteria angosta y tendrían que haber dispuesto la prohibición del estacionamiento en esa calle mientras duraran los trabajos”, sugirió el directivo de Radiotaxi, Ricardo Saavedra.
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