Payasadas, música y caballos para curar

El desarrollo de terapias complementarias que ayudan a mejorar la salud creció exponencialmente. Por avances legislativos, reconocimiento de la ciencia médica tradicional y gracias a la proliferación en el desarrollo de nuevos profesionales, estas nuevas maneras de buscar una solución para la salud han tomado un lugar importante en el sistema sanitario bonaerense. Disciplinas como los payamédicos y la musicoterapia pasaron a formar parte de los equipos en las instituciones médicas estatales y privadas. Por otro lado, la equinoterapia (o TACAs), también tomó un lugar importante en las recomendaciones profesionales como una salida posible.

De esta manera, entonces, hay niños en los hospitales con internaciones prolongadas que pueden ver colores con la potencia justa para olvidarse, al menos por un rato, de los grises instrumentales del médico o de las paredes blancas de su habitación. O personas con problemas motrices que gracias a la conexión y el compromiso que establece con un caballo podrá mejorar su equilibrio o, directamente, volver a caminar. O también, pacientes que puedan volver a hablar luego de haber tenido un ACV gracias a la música como lenguaje, utilizada como una herramienta a través de la cual se abordarán y trabajarán las necesidades del paciente.

PayamEdicos: “No somos Patch Adams”

Ni bien salen los seis payamédicos al hall de la Guardia del Hospital de Niños Sor María Ludovica, un niño de cuatro años sale corriendo y abraza a la “paya” de pelo verde. “Te quiero mucho”, le dice. A los pocos minutos, como si estuvieran conectados por alguna alarma secreta, son varios los nenes y nenas que se acercan y, de a poco, toman confianza con esas personas llenas de colores que ya están llenando la sala de burbujas, se cuelgan por las columnas e imitan a dos madres que mueven mucho sus cinturas.

La misión de los payamédicos es contribuir a la salud emocional del paciente hospitalizado. Para tal fin se utilizan recursos psicológicos y artísticos relacionados con el payaso teatral, juegos, música, teatro, magia y el arte humorístico en general. Los payamédicos realizan intervenciones escénico-terapéuticas con un abordaje a través de la técnica del payaso teatral adaptándola al ámbito hospitalario con una ética, estética y deontología propia. El grupo está cartografiado por psiquiatras y psicólogos con amplia experiencia en niños y adultos internados por diversas patologías orgánicas.

En La Plata, la ONG fundada por el doctor José Pelucchi en el 2002, es la encargada de las intervenciones que se realizan en el Hospital de Niños; una institución que fue modelo a la hora de empezar a implementar esta disciplina. A partir de agosto del 2015, por legislación provincial, los payamédicos se incorporaron definitivamente a los hospitales bonaerenses.

“Los payamédicos no son Patch Adams, ese suele ser un error recurrente. Cuando estaba cursando medicina, sentía que me faltaba otra mirada. Ahí estaban, también, mis inquietudes artísticas y eso también generaba una ausencia. Tenía la necesidad de ver al paciente desde otro lugar. Payamédicos me unió esas dos inquietudes”, explica Sebastián Loinaz, médico y formador de payamédicos. “Siempre me pareció que el arte desde la intervención podía mejorar la salud, por más que en la facultad no sea tenido en cuenta. El estado de ánimo, al menos, se modifica y eso es colaborar con el tránsito. Más en una internación, y más en un niño con el potencial que tiene en relación al estrés que produce una internación. Desde lo emocional el arte favorece al tránsito”, afirma Loinaz.

Los payamédicos tienen un bunker dentro del Hospital de Niños. Ubicado al fondo del subsuelo, el lugar parece un pequeño depósito salvo por los colores. Sus paredes, techos y adornos están intervenidos con gestos de felicidad. Antes de salir hacia la intervención se pasan el parte (fijan a qué habitaciones pueden entrar ese día), se colocan sus narices naranjas y una vez cruzado el límite de esa pequeña habitación los personajes toman vida.

“El discurso para nosotros es muy importante, buscamos ser siempre positivos. Nuestro vocabulario y nuestra estética están realmente cuidados. Tenemos un grupo de investigación que está todo el tiempo renovando este objetivo”, afirma la psicóloga y formadora de payamédicos Aldana Asorey. Al igual que Loinaz, coordina talleres de payateatralidad, técnica teatral y de clown propia, tanto en lo pedagógico como en la producción hacia el circuito teatral. Además es formadora de payamedicina, instancia teórica donde se ponen en contacto con otras disciplinas como psicología, medicina, filosofía, entre otras. En Argentina hay sólo 11 formadores de payamedicina y 120 de payateatralidad.

“Generalmente los payamédicos que se empiezan a formar tienen miedo de ir al hospital y que el paciente les diga que no. Como formadora trato de que esa experiencia también sea transformadora. Una persona internada está expuesta a órdenes y horarios permanentes; su libertad es casi nula. Poder decirle que no a alguien es volver a darle algo de libertad, es otra salida. Por eso no hay que dejar de ir, porque también es una forma de intervención en la que podemos mejorar una situación”, explica Asorey.

Antes de empezar equinoterapia, Darian no podía ni escuchar a un perro ladrar. El movimiento, las texturas y los ruidos le hacían mal. Después de años de practicar esta terapia, un día Darian montó al caballo que durante meses alimentó, peinó y paseó por el Hipódromo de La Plata, hasta que, con un ejercicio le tocó una prominente lesión y el animal se asustó. Saltó, se cayeron juntos, uno pudo correr -el otro lloró- y parecía que ese era el fin de una conexión real. Nada de eso pasó. El caballo se repuso, Darian quiso volver a su rutina y luego de un tiempo se reencontraron. Durante este mismo mes, el muchacho que también vive en Barrio Hipódromo dará por iniciada una nueva temporada de terapia asistida por caballos.

“Siempre me pareció que el arte desde la intervención podía mejorar la salud, por más que en la facultad no sea tenido en cuenta. El estado de ánimo, al menos, se modifica y eso es colaborar con el tránsito”

Claudia, su madre, asegura: “Mi hijo nació con un problema neurológico, cosa que hizo que esté en terapias de consultorios desde los dos meses de vida. La equinoterapia surgió como una opción para hacer una actividad terapéutica pero al aire libre y en contacto con animales, que era algo que no toleraba. Esa terapia nos interesó, aunque no estábamos muy seguros de la reacción de mi hijo. Hoy ya lleva 9 años y lo que hemos visto es un muy buen contacto con el animal; le mejoró el equilibrio y llegó a generar un vínculo”.

Argentina fue un país precursor en la implementación de este tipo de terapias. Hace 36 años, cuando María de los Ángeles Kalbermatter empezó a realizar la actividad, sólo se la conocía en Europa y Estados Unidos, sin mucha aceptación. Hoy más de 100 centros practican la Equinoterapia en todo el país. Esta nueva modalidad terapéutica comenzó a implementarse en enfermedades ligadas a trastornos motores y neurológicos graves, así como ha tenido excelentes resultados en enfermedades como el autismo. Se fundamenta en tres principios básicos: la transmisión del calor corporal, de impulsos rítmicos y de un patrón de locomoción equivalente al de la marcha humana. El caballo es un ser sanador a través de su lenguaje corporal y emocional.

“Los caballos se comportan socialmente en forma noble, equilibrada. Sólo les preocupa el bienestar y la supervivencia de su especie. Por su naturaleza herbívora, han desarrollado un intenso sensor de energía para prevenir los peligros. Esto hace de ellos seres muy sensibles, que se relacionan con las personas desde la conciencia emocional: lo que sienten, lo reflejan en su comportamiento, algo que los seres humanos no siempre hacemos”, declaró Julieta Malleville, directora de la Escuela de Equinoterapia La Paloma, en Tandil.

El análisis discursivo en las terapias complementarias es exigente y su lenguaje implica rigurosidad académica. “En primer lugar, no solemos llamar disciplina alternativa a lo que desarrollamos en Cedica (Centro de Equitación para Personas con Discapacidad y Carenciadas fundada en 1994 en la ciudad de La Plata)”, aclara su director ejecutivo, Alejandro Zengotita y agrega: “Nos representa mucho más la definición de terapia complementaria porque, justamente, está relacionado a un diagnóstico con un previo seguimiento de otras terapias que se pueden relacionar a la nuestra y no a un camino alternativo”.

Además, y siguiendo con la expertise técnica, Zengotita aclara que ya no se llama “equinoterapia” lo que trabajan en Cedica sino TACAs (Terapias y actividades asistidas con caballos). Es una terapia integral que apunta a la recuperación de la persona en sus dimensiones biológica, psíquica y social. Las TACAs utilizan al caballo de manera terapéutica, aprovechando las características de su naturaleza innata y de su medio ambiente como facilitadores del proceso rehabilitador. Dado que esta actividad requiere de un abordaje transdisciplinario, el equipo de trabajo está integrado por profesionales y estudiantes provenientes del área de la salud, de la educación, de diversas disciplinas ecuestres y de otras ciencias y saberes que enriquecen su tarea.

“Gracias a esta nueva interacción logramos tener un perro en casa, nunca habíamos podido. Y frente a esa conexión, él pudo integrar al perro como a un integrante más de la familia. Antes no podía ni escucharlos ladrar y ahora es uno más en nuestra casa”, se enorgullece Claudia frente a los avances de su hijo Darian.

La musica como funciOn

La música es el lenguaje que la disciplina de la musicoterapia escogió para propiciar nuevas formas de protección y promoción de la salud de las personas. Esto no excluye la participación de otros lenguajes, pero el lenguaje de la musicoterapia es el musical, y todo otro lenguaje (verbal o no verbal) es auxiliar y coadyuvante del mismo. La música en Musicoterapia es considerada como una función. Su implementación no persigue ni fines pedagógicos (el Musicoterapeuta no ¨enseña¨), ni fines estéticos (no se realizan juicios de valor artístico sobre las producciones sonoras). Concebir a la música como una función, implica trabajar con su significación en el contexto terapéutico.

Una señora que sufre Alzheimer, y cuyo nombre este diario no puede revelar por pedido explícito de su familia, tiene una pelota roja y otra azul en sus manos mientras canta un tango de Gardel. Equilibrio y estimulación son dos claves de su sesión para tener activas las neuronas que se verán afectadas por su enfermedad. Cierra algunos de los versos de “El día que me quieras” con un vibrato malevo y rasposo, señal de su larga estadía en el género que nació al borde del Río de La Plata mientras lanza su pelota roja hacia el techo y la vuelve a agarrar con cierta dificultad. En el hospital es la única canción que se escuchó durante las últimas tres horas.

Sancionada en 2015 por el Congreso de la Nación, la ley de Ejercicio Profesional de la Musicoterapia no sólo abre nuevas perspectivas para los graduados en esta disciplina sino que implica la posibilidad de que las obras sociales comiencen a reconocer los tratamientos en forma general. La norma, que contó con el consenso de universidades y asociaciones profesionales, establece la obligatoriedad de contar con título universitario y estar matriculado para ejercer la profesión, define el campo de incumbencia de los musicoterapeutas e invita a las provincias a adherir a su marco legal.

“En sus comienzos la musicoterapia se planteaba como una disciplina para el abordaje de patologías graves como psicosis, autismo, trastornos severos de la personalidad y debilidad mental profunda, en donde hay un déficit de la palabra, trastornos de la comunicación y de la capacidad simbólica”, explica el licenciado Leandro Fernández Pinola con la colaboración de la musicoterapeuta María José Moreira (presidenta de AMULP). Con el correr de los años, afirman, muchos musicoterapeutas pudieron romper con el estereotipo de ser un terapeuta “no verbal”, descubriendo, a partir del estudio y la investigación, que su disciplina utiliza como recurso de trabajo las experiencias musicales y que es aplicable a todo tipo de patologías, ya sea en el área de la salud mental como de la rehabilitación.

“En la actualidad la musicoterapia desarrolla sus abordajes en los campos de la discapacidad física o mental, alteraciones del desarrollo, ya sea por trastornos de origen orgánico, sensorial, motriz y/o psicoafectivo, tanto en niños, adolescentes como adultos”, cierra Pinola mientras aclara que el desarrollo de la Musicoterapia ha logrado un status profesional dentro de las actividades en clínica médica, desarrollando fuertemente el área de musicoterapia en medicina.

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La libertad, el arte y la conexión con un animal, entonces, no sólo forman parte de un espíritu recreativo. A veces, también, pueden ser la solución a un problema de salud. Las terapias complementarias, en ese sentido, habitan entre las instituciones públicas y privadas de la ciudad y dialogan con un nuevo universo simbólico.

“En la actualidad la musicoterapia desarrolla sus abordajes en los campos de la discapacidad física o mental, alteraciones del desarrollo, ya sea por trastornos de origen orgánico, sensorial, motriz y/o psicoafectivo”