De Francia, con libertad

Símbolo de la libertad sexual en el cine, la actriz francesa Isabelle Huppert protagoniza “Elle”, la nueva y “libre” película del director holandés Paul Verhoeven, por la que estuvo nominada al Oscar a la mejor actriz principal.

En la película, la intérprete fetiche de Claude Chabrol y la “pianista” de Michael Haneke es una mujer de negocios que, tras ser violada, convierte la agresión en una herramienta de afirmación personal y sexual.

A pesar de la temática, la película se mueve entre diferentes géneros, una mezcla, según contó el realizador, que representa a “la vida misma”, donde “se combinan al tiempo violencia, drama, humor, crítica social y un poco de thriller”.

Detrás de esta fusión, “no hay nada en equilibrio”, aseguró el director. “Ni lo hay ni lo busqué; fue un rodaje en el que usé la intuición para trabajar; en el set me tenía que fiar de esa intuición y reaccionar a lo que iba ocurriendo. Isabelle tiene razón cuando dice que no es una comedia, es más no me gustaría encasillarla en ningún género”.

“No sabía exactamente qué iba a rodar, para mi tenía la fascinación de crear un cierto caos en el rodaje que me daba total libertad, ahora hago esto, ahora lo otro; eso era impensable en cintas de ciencia ficción; nunca tuve esa libertad”

Basada en la novela del mismo título del armenio Philippe Djian “Elle”, el holandés aseguró que lo que más le atrajo del proyecto fueron los personajes; y explicó que, para acercarse a esa disección de los personajes, jugó con dos cámaras.

“No sabía exactamente qué iba a rodar, para mi tenía la fascinación de crear un cierto caos en el rodaje que me daba total libertad, ahora hago esto, ahora lo otro; eso era impensable en cintas de ciencia ficción; nunca tuve esa libertad”, afirmó el director de cintas como “Desafío total” (1990), “RoboCop” (1987) o “Starship Troopers” (1997).

También la comparó con “Instinto básico” (1992), donde todo fue “preciso”, “muy planificado” y con una preparación muy larga antes del rodaje.

PARTIDA EN DOS

“Elle” empieza con una brutal agresión sexual a la protagonista que ya estaba en el libro, al igual que la ambigüedad, que Verhoeven no sólo conservó sino que azuzó para que el espectador interprete; así, dijo, la historia está partida en dos.

“La novela ya es así, en la película hay muchas asociaciones mentales que interpretar, pinceladas de cosas que han ocurrido, saltos de tiempo en el pasado que tienen relación unos con otros; no es que fuera mi principal objetivo respetar la novela, pero me di cuenta de que, tanto la estructura, como el modo en que explicaba las cosas era el adecuado, así que ahí está”, resumió.

Rodar sobre una novela que había sido un best seller en Francia no metió presión al veterano cineasta; por el contrario, dijo que eso era lo que más le atraía porque era como volver al principio, cuando comenzó a hacer cine en Holanda, cuando trabajó incluso sobre autobiografías: “Me gusta el componente extra de realidad”, afirmó.

“Después de quince años en Hollywood haciendo el cine más alejado de esto, con verdad cero, ya me apetecía volver a Europa”, donde ya hizo en 2006 “El libro negro”.