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Policiales |Inseguridad frente a la Escuela Italiana

Un juez persiguió a un ladrón que le robó a su hijo a la salida del colegio

Juan Pablo Masi estaba junto al Secretario de Seguridad Municipal. Lo atraparon y huyó

Un juez persiguió a un ladrón que le robó a su hijo a la salida del colegio

Juan Pablo Masi, titular del Juzgado de Garantías 5 de La Plata, junto a su hijo de 15 años, ayer, en su casa de Gonnet. Más tranquilos, dieron detalles del increíble asalto del viernes - gonzalo calvelo

19 de Marzo de 2017 | 03:31
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Es difícil suponer que un adolescente de 15 años puede estar en peligro a la salida de uno de los colegios más exclusivos de La Plata, en una de las avenidas con más tránsito y -se presume- mayores patrullajes, pero sí, eso fue justo lo que pasó a las dos de la tarde del viernes.

La víctima fue el hijo de un juez de Garantías, quien, enterado de que al chico lo habían asaltado, salió en busca del ladrón. El magistrado no estaba solo: lo acompañaba el secretario de Seguridad del Municipio, y lograron demorar al responsable.

Recuperaron lo poco que le habían robado al chico, pero en una maniobra rápida el ladrón pudo zafar y escaparse, cuidándose de hacerlo por un lugar que complicara su búsqueda.

“¿Qué vamos a hacer ahora? nada”, respondió el protagonista de esta historia, Juan Pablo Masi, no sin aclarar que él y otros padres planean pedir que pongan algún tipo de rondín policial en la escuela.

“Papa, me robaron”

Habían pasado unos pocos minutos de las dos de la tarde del viernes, cuando Masi -titular del Juzgado de Garantías 5 de La Plata- conducía su auto en dirección a 44 entre 17 y 18, donde está la Escuela Italiana, para ir a recoger a su hijo de 15 años.

No estaba solo. Lo acompañaba el Secretario de Seguridad de la Municipalidad, Darío Ganduglia, “amigo mío desde hace mucho tiempo”, comentó Masi a este diario.

“Estaba llegando al colegio cuando me llamó mi hijo para avisarme que lo habían asaltado. Aceleré, llegué a donde él estaba y después de que me describió al tipo, salimos a buscarlo mientras Darío (Ganduglia) llamaba a la Policía”, relató el juez.

Antes de eso, el chico le contó cómo había sido la secuencia del atraco, ejecutado con la modalidad tantas veces desplegada en inmediaciones de las escuelas de la Ciudad.

Sucedió de este modo: el joven salió de la escuela con un grupo de compañeros, pero justo en la vereda se apartó para apoyarse en un edificio lindero y sacar un cuaderno donde anotar “algo que no quería olvidarse”, apuntó Masi.

Esa escena casual fue vista por un sujeto que pasaba por allí y decidió sacarle provecho. Abordó al chico antes de que pudiera advertir el peligro y, sin aspavientos que pusieran en alerta a testigos, amenazó con matarlo si no le daba todo lo de valor.

Si tenía un arma de fuego o un cuchillo, no los mostró. Lo único que atinó a hacer la víctima fue esconder su teléfono celular, entregándole el poco efectivo que le había sobrado del almuerzo y una especie de billetera donde guardaba la tarjeta SUBE y otros documentos.

Sabiendo que demorar más el asunto podía ponerlo en peligro, el asaltante se conformó con eso y, sin revisar el “botín”, se alejó caminando por la avenida 44 en dirección a Plaza Paso.

Ni siquiera llegó ahí.

“fui instructor de karate”

Atento a la descripción que su hijo hizo del ladrón, Masi siguió sus pasos en el auto y lo encontró a unas pocas cuadras, en 44 entre 14 y 15.

Recordó que allí “tiré el auto, me bajé y lo inmovilicé rápido, porque fui instructor de karate hace unos años”. Calculó el juez que el asaltante tendría “unos 20 años y era corpulento, un poco más alto que yo”.

El magistrado pudo recuperar lo que aquel le había robado a su hijo (el chico bajó del vehículo cuando ya no había peligro), pero el ladrón no parecía dispuesto a quedarse en el lugar para esperar a que llegaran las patrullas.

En un movimiento tan rápido como el que hizo para abordar a su víctima, zafó de quienes lo habían retenido y corrió hacia la calle 15.

“Quise seguirlo de nuevo -agregó Masi- pero me tropecé, y cuando fuimos al auto no podíamos retomar la calle 15 porque era contramano”.

Ya con la Policía Local, que depende del área de Ganduglia, cercando la zona, el juez hizo una recorrida por las inmediaciones, pero no pudo encontrar al sujeto. Y pese a que no pocos testigos aportaron lo suyo al contar hacia dónde lo vieron correr, la búsqueda resultó infructuosa.

Masi aclaró que no hizo la denuncia porque “intervino la Policía”, aunque con el correr de las horas recibió varios llamados de las máximas autoridades políticas en materia de seguridad, que se preocuparon en saber cómo estaban él y la víctima.

“Mi hijo se asustó al principio, pero después llegó a casa, se puso a jugar a la Play y se olvidó”, comentó Masi.

como sigue

Más allá de que nadie salió lastimado y el asalto quedó en intento ya que se recuperó lo robado, el magistrado no pasa por alto la gravedad del episodio, sobre todo por el lugar, la hora en que sucedió y las consecuencias que puede tener un incidente de estas características.

Solo y sin armas, un ladrón pudo inmovilizar a un joven y desvalijarlo sin que nadie se lo impidiera, por lo que no es descabellado suponer que, con un poco más de logística, pudo intentar otra cosa más grave.

Por eso Masi planea pedirle a las autoridades de la Escuela Italiana que tramiten un pedido de patrullajes especiales en los horarios más vulnerables, que son los de entrada y salida de los alumnos, como ya lo han hecho otros colegios de la Ciudad.

Masi admite que no midió las consecuencias a la hora de salir en busca de quien amenazó a su hijo, como cuenta que cuando a él le tocó estar en el rol de la víctima, adoptó una actitud distinta.

“Fue hace mucho tiempo, unos 15 años -recordó- en Capital Federal. Yo estaba adentro del auto y un hombre me puso un revólver en la cabeza, mientras me pedía el ‘caño’. Como le dije que no tenía, me pidió la billetera, se la di, y escapó. Eso fue todo”.

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