Un mensaje de WhatsApp habría sido el disparador de la tragedia del barrio El Carmen, en Berisso, donde el lunes a la tarde encontraron muerta a una pareja de policías.

Según allegados a la investigación, Mariquena Badell (22), una de las víctimas, le habría escrito a su pareja, Daniel Urbano (36), que quería terminar la relación, pese a que acababan de ser padres de un bebé -tiene apenas tres meses-.

En esas circunstancias, el hombre se presentó en la vivienda familiar de 129 entre 95 y 96, donde, previo intercambio de palabras, tomó una terrible decisión, cerca de las cinco y media de la tarde. Todo delante de una nena de tres años, hija de una relación anterior de Badell.

De acuerdo a los voceros consultados por EL DIA, de los elementos que pudieron recopilarse en ese lugar, signado por el horror, surgiría con claridad que el hombre “le efectuó un disparo con su arma reglamentaria a la mujer, que cayó sin vida en el acto. Después se llevó la pistola a la boca y apretó el gatillo, sufriendo también una herida mortal”.

En principio, no existían antecedentes de violencia de género en torno a la pareja.

Una fuente del caso indicó que “la madre de Badell, su hermano y el padrastro dijeron que Urbano era tranquilo y respetuoso, que siempre decía que lo mejor era hablar”.

Sin embargo, el supuesto WhatsApp “pudo sacarlo de eje y todo terminó de la peor manera”, conjeturó un pesquisa.

Trascendió que la pareja había iniciado la relación hace unos dos años y que primero vivieron en Villa Elisa.

Los informantes agregaron que “hace un año que estaban en la vivienda del fondo” -por la de la calle 129-.

Mariquena Badell y Daniel Urbano eran efectivos de la Escuela de Policía “Dantas”, un instituto de formación que está situado en el kilómetro 17.500 del camino Centenario, en Berazategui.

En principio, en la brutal escena, no aparecieron elementos que hicieran presumir la intervención de un tercero.

Todo estaba en perfecto orden, salvo la habitación donde quedaron los cuerpos.

Se supo que a escasos metros, dentro del mismo terreno, viven los padres de Badell, quienes, al escuchar los estruendos, corrieron desesperados hacia la casa de Mariquena.

En sentido contrario, salía la nenita de tres años, que buscaba a sus abuelos, aturdida, pero sin comprender tal vez lo que acababa de presenciar y, mucho menos, sus dramáticas consecuencias.

La joven, de jerarquía oficial, estaba boca abajo, con un disparo que le destrozó la cabeza. Y el hombre, que era subinspector, presentaba una detonación en la boca. “Quedó tendido hacia arriba con los brazos abiertos”, reflejó un vocero a este diario.

La fiscal penal en turno de La Plata, Virginia Bravo, se hizo presente en el lugar y dirigió toda la labor de los peritos, con el objetivo de que no quedara ningún detalle librado al azar.

En los alrededores de la vivienda, mientras los familiares y vecinos se mostraban consternados por la noticia, se desplegó un importante operativo, que mantuvo alejados a todos los curiosos.

En principio, las actuaciones quedaron radicadas en la seccional tercera de Berisso, sin intervención del Gabinete de Homicidios de la DDI local, que igualmente envió a varios de sus agentes por si la fiscal Bravo les solicitaba el cumplimiento de alguna medida probatoria.

Demás está decir que los peritajes tendrán una singular relevancia en la resolución del caso, ya que, de certificarse, como se presume, que Urbano mató a Badell y después se suicidó, el expediente quedará caratulado como “homicidio y suicidio” y terminará inexorablemente archivado, cumplidos todos los extremos legales.

LOS FORENSES, DE TRIBUNALES

Las autopsias de los cuerpos se realizaban ayer en la Asesoría Pericial de Tribunales, ya que los implicados en el hecho eran funcionarios policiales.

La joven de 22 años no estaba trabajando en la actualidad, ya que gozaba de una licencia por maternidad.

Distinto era el caso de Urbano, quien sí cumplía funciones normalmente.