El último pétalo de la rosa
Edición Impresa | 29 de Marzo de 2017 | 04:01

Por Nicolás Isasi
Después de 26 años y bajo la dirección de Bill Condon (“Kinsey” o “Dreamgirls”), Disney le saca el polvo a este clásico del cine animado de los noventa, para llevar a cabo una remake con famosos actores y mucha publicidad, aunque en detrimento de la fantasía original.
Para quienes no estén familiarizados con la historia, o no recuerden la trama; el protagonista es un príncipe que rechaza las súplicas de una anciana (hechicera) que lo convierte en una espantosa bestia junto a todos los miembros de su corte que pasan a cobrar vida como objetos del castillo en donde vivía. También le deja una rosa y le dice que si el verdadero amor no aparece antes de que caiga el último pétalo, todos los habitantes del castillo perderán la posibilidad de volver a ser humanos.
Los fanáticos de aquella entrañable película (primera de animación nominada al Oscar como Mejor Película) se sentirán molestos porque es imposible igualar aquella cinta producida en la mejor época de los estudios Disney. No solo porque cuenta la misma historia, sino que los agregados de guion como la fiesta del comienzo, los flashbacks de las muertes de las madres, escenas de transición que no hacen avanzar la acción o la digitalización de la Bestia por completo terminan generando una distancia más que una cercanía con el mítico film. Así es como aquella película de 90 minutos se agranda a esta versión extendida, sin sentido, a 130. Justamente las elipsis originales y la construcción de aquellos emblemáticos personajes, como el reloj o el candelabro, estaban hechos y presentados para que permanecieran en el tiempo.
Si bien Condon nos presenta majestuosos escenarios con todo el despliegue de Hollywood, esta actualización en carne y hueso, por más que cuente con las voces de actores como Ian McKellen, Ewan McGregor o Emma Thompson, no deja de mostrarnos una caricaturización de los personajes originales. Emma Watson (ex Hermione de la saga “Harry Potter”) en el papel de Bella, logra una Bella independiente y decidida aunque pierde la sutileza y delicadeza de esa Bella frágil del dibujo animado. Dan Stevens funciona como príncipe digitalizado, ya que tiene apenas unas pocas escenas como humano. Las canciones originales tienen leves modificaciones, pero estarán presentes a lo largo del film, incluso el vals incluido.
Sin embargo, el mayor error de todos se encuentra en el final de la película. No es mi intención revelarlo, así es que habrá que ver la caída del último pétalo de la rosa para saber por qué decidieron concluirla de esa manera.
Si bien el director nos presenta majestuosos escenarios con todo el despliegue de Hollywood, esta actualización en carne y hueso no deja de mostrarnos una caricaturización de los personajes originales
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