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La interna del PJ, en un nuevo capítulo de su “drama” histórico

La interna del PJ, en un nuevo capítulo de su “drama” histórico

Así tuvo que dejar el palco uno de los jefes de la central obrera, Carlos Acuña. le apuntan al kirchnerismo por los incidentes - dyn

Por Mariano Spezzapria

8 de Marzo de 2017 | 01:38
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El acto de la CGT fue tumultuoso, no sólo por la muchedumbre que aglutinó en el centro porteño, sino también porque emergió a flor de piel la nerviosa puja intestina que se registra en el peronismo ahora que no gobierna en la Nación ni la provincia de Buenos Aires. Esa pelea es por la conducción del conflicto sindical, político y social frente a la administración de Cambiemos.

En ese contexto, el kirchnerismo vuelve a ser un actor protagónico, como en el pasado, que se resiste a dejar en el olvido. Ayer lo puso de manifiesto cuando empañó el cierre de la marcha de la central obrera, pese a que fue la más masiva demostración de protesta en lo que va de la gestión del presidente Macri. Un puñado de persistentes militantes alcanzó para lograr ese cometido.

“Traidores”, comenzaron a gritar los manifestantes hacia los miembros del triunvirato de la CGT, Daer, Schmid y Acuña, quienes acababan de confirmar que habrá un paro general aunque -de manera llamativa- no le pusieron fecha. Los sindicalistas, veteranos en estas lides, se vieron sorprendidos por esa reacción y pasaron un mal rato cuando debían bajar del escenario.

El triunvirato de la central obrera no es funcional a la ex presidenta y ayer quedó claro: no fue frente a la Casa Rosada ni se le puso fecha precisa al paro

Según constató EL DIA a metros del palco, montado sobre la Diagonal Sur a dos cuadras de Plaza de Mayo, hubo fallas en la organización del acto que facilitaron el acceso de grupos kirchneristas por delante y detrás del escenario, lo que terminó derivando en una suerte de “emboscada” para los popes sindicales, que anoche todavía se pasaban facturas por semejante improvisación.

De hecho, a Acuña le sacaron la escalera cuando pretendía bajar del escenario, mientras que Daer y Schmid debieron ser escoltados hasta la sede de la Federación de Comercio, la casa del experimentado Cavalieri, en medio de una tensión creciente porque los kirchneristas coreaban: “Poné la fecha, la puta que te parió”. Después se apoderaron del atril que habían utilizado los oradores del acto.

Esa imagen trajo a la memoria el recordado cajón de Herminio Iglesias, que hundió al PJ en la campaña presidencial de 1983, pero que en esta oportunidad no pretendió velar a la UCR sino a la conducción de la CGT. La lógica de los manifestantes no es otra que la de Cristina Kirchner: el conflicto debe precipitarse, no administrarse, para que el Gobierno se debilite políticamente.

El triunvirato de la central obrera no es funcional a la ex presidenta y ayer quedó claro: el acto no se hizo frente a la Casa Rosada ni se le puso fecha precisa al paro, pese a que se anticipó que habrá una huelga general a fines de marzo o principios de abril. Por eso la militancia K silbó ruidosamente a Daer y Acuña, los triunviros identificados con el Frente Renovador massista.

Por su parte Schmid, que suele ser un buen orador, adepto a las metáforas, tuvo un discurso descolorido, seguramente aturdido con la constante invocación al “paro general” que a pocos metros del escenario hacían los kirchneristas. En un momento, llegó a pedirles “por favor escuchen”, preocupado por dar los argumentos que llevan a la CGT hacia un “plan de lucha”.

Pero nunca se callaron y nadie los hizo callar. Segunda imagen histórica: el primero de mayo de 1974 una gruesa columna de Montoneros cantaba contra los gremios justicialistas y entonces el general Perón pronunció ese discurso que quedó en la memora popular, cuando exclamó: “Hoy resulta que algunos imberbes pretenden tener más mérito que los que durante 20 años lucharon”.

La tensión entre los sindicatos, de formación ortodoxa, y las agrupaciones que tienen una retórica de izquierda no es nueva en el derrotero peronista. “Esos estúpidos que gritan”, bramó Perón en aquel acto, dos meses antes de morir. Por supuesto que los cegetistas no son ni serán Perón. Tal vez por eso, ninguno de ellos se animó a callar a los kirchneristas, que coparon la parada.

A pocos metros del escenario pareció disfrutar de la situación Aníbal Fernández. Y otros seguidores de la ex presidenta, como “Barba” Gutiérrez y el portero Santa María, lo hicieron desde arriba del palco. Por diferencias internas, allí no estuvieron los miembros de conducción de la CATT –la confederación de gremios del transporte- pese a que Schmid preside esa organización.

Más lejos, entre columnas provenientes del Conurbano, se ubicaron intendentes del Grupo Esmeralda como Katopodis (San Martín), Insaurralde (Lomas) y Zabaleta (Hurlingham), mientras que el ex gobernador Scioli se mostró junto a Espinoza, el titular del PJ bonaerense que juega para Cristina Kirchner. La ex presidenta no estuvo, pero todo lo que sucedió giró alrededor de ella.

Es que vuelve a cobrar fuerza la posibilidad de que se postule como candidata a senadora nacional por la Provincia, como una forma de blindarse ante el avance de diversas causas judiciales en su contra –ayer debió visitar nuevamente los tribunales de Retiro- y porque las encuestas indican que es la referente peronista mejor posicionada en los distritos más pobres del Gran Buenos Aires.

“Vamos a volver, vamos a volver”, cantó la militancia K, tanto en las inmediaciones de Comodoro Py como en el acto de la CGT, cuya conducción no quería quedar pegada con la ex presidenta en términos políticos. Seguramente lo consiguió: no quedó pegada, sino enfrentada. Como marca la historia peronista, los próximos capítulos de la pelea estarán a la vista de todos, en plena calle.

Aunque en una versión reducida, se trata del mismo “drama” que, esta vez, sus dirigentes deberían evitar. Al menos, los que se consideren actores del presente y el futuro. Y sobre todo, ajenos a las prácticas del pasado.

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