Barreda habría confesado que no quiso matar a su hija menor

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El odontólogo platense Ricardo Barreda le habría confesado, a un enfermero del hospital donde está internado, que no quiso matar a su hija menor, Adriana.

El 25 del mes próximo, el cuádruple homicida, cumplirá un año postrado en una cama del Hospital Magdalena V de Martínez, en Pacheco, por un problema en la próstata.

Barreda, de 81 años, habría elegido a esa persona como su confidente, a quien supuestamente le contó a su hija menor, Adriana, no la quiso asesinar.

Según versiones que circularon en las últimas horas, el odontólogo le habría dicho a uno de los enfermeros que trabaja en el turno noche que está arrepentido y que no hay día en que no sienta culpa.

También le habría relatado que es una mentira que no está arrepentido como dicen y, que no es así, porque a Adriana no la quiso matar, citó.

El enfermero habría contado que Barreda le dijo que ese día, el 15 de noviembre de 1992, en su casa de la calle 48, entre 11 y 12, donde mató a sus dos hijas, a su mujer y a su suegra, estaba como loco, giró, disparó y después se dio cuenta de que era Adriana.

Luego de escuchar lo que decía sobre su hija menor, el enfermero habría dicho que Barreda narró la mayor lo odiaba y lo quería ver muerto, porque su esposa y su suegra le habían llenado la cabeza.

Además habría descripto que Barreda le confesó que a la última que mató fue a la suegra, pero que sus abogados de entonces le habían dicho que dijera que había matado último a su hija más chica para verse favorecido en la sucesión de la casona, escenario de la tragedia, que está radicada en el juzgado civil número 17 de La Plata.

La propiedad, cabe recordar, está en proceso de expropiación en el Senado bonaerense desde el 2012, cuando se cumplieron 20 años de los homicidios.

Tras conseguir la libertad, Barreda se fue a vivir al Tigre, a la casa de un amigo.

Como se sintió mal de salud, se instaló en la sala de espera del hospital de General Pacheco, aduciendo que su familia lo había abandonado y que se llamaba Alberto Navarro.

Una mujer que no lo identificó se conmovió con la historia y publicó la foto del “pobre abuelo”, como lo describió, en su muro de Facebook.

Ahí se enteró que se trataba de Barreda y que había matado a su suegra, su mujer y sus dos hijas a escopetazos.

Las fuentes consultadas sobre esa historia contaron que el cuádruple homicida habría aparecido en el hospital, donde manifestó que tenía dónde ir y que tenía un problema en la próstata.

También se expresó que Barreda dijo que su familia lo había abandonado y, que luego de tratar mal a una enfermera, quiso quedarse a dormir.

Alguien le preguntó si era Barreda y dijo que se llamaba Alberto Navarro. Al rato se fue, apenas podía caminar, tenía los pantalones bajos.

Por último, siempre a partir de la información -no oficial- que circuló, Barreda habría dicho que ya nadie se acuerda de él y que cumple una condena eterna.

 

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