La cordobesa que probó la grieta

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Se glorifica tanto la transparencia, que una muchacha cordobesa, con ganas de subirse a algo, decidió pasar en limpio sus gustos, sus distracciones y su pasado. “Toda mi vida me llamaron tipos públicos, incluso desde antes de que apareciera en los medios mi amistad con Kari Jelinek, pero nunca lo conté”, declaró a la revista Gente la diseñadora Paz Cornú. Y ahora, lo contó.

Ser un tipo público es una categoría apetecible. No cualquiera. “Los tipos públicos” siempre llaman. Y siempre se les contesta. Paz dijo allí que había salido con Macri, pero después de Isabel Menditeguy y antes de Juliana, es decir en un intervalo matrimonial que seguramente al presidente le sirvió para poner en marcha su vieja receta de ensayo y error. La madre de Paz, que seguía de cerca la entrevista, al escuchar el nombre de Macri, desde la antecocina hizo su aporte: “¡Con Daniel Scioli también saliste!”, como para subrayar la neutralidad de una hija con olfato para salidas y candidaturas. Cuando la periodista le preguntó si era verdad, ella lo admitió: “Sí, salí con Macri y con Scioli”. Por separado. “Lo de Scioli fue también hace tiempo; él no estaba con Karina”.

Scioli y Mauricio conocen mucho de candidatas caídas y ejercicios cumplidos. Digan lo que digan, siempre han elegido bien sus compañeras. Y saben diferenciar entre acuerdos ocasionales y alianzas permanentes.

Paz Cornú contó que salió con Macri, pero después de Isabel Menditeguy y antes de Juliana, es decir en un intervalo matrimonial que seguramente al presidente le sirvió para poner en marcha su vieja receta de ensayo y error.

El poder es sexy. No es una novedad. Es un fenómeno seductor que pone a prueba todo lo que toca y rodea. Cualquier varón con chofer y guardaespaldas es afrodisiaco. La gente poderosa, atrae, obliga a la reverencia, a la admiración y a la envidia. Los que mandan tienen entre sus activos un indudable capital erótico. Hartos de besos de ocasión y de mimos de campaña, los candidatos necesitan cada tanto refrescar sus afectos con caricias legítimas. Y suelen tener siempre a mano afiliadas avezadas y dispuestas que les halagan oído y algo más. Para ellos, cupos y clientelismo tienen otra sustancia. Si lo que dice la cordobesa fue cierto, cosa improbable, hay que reconocer que su lista de tipos públicos se engalana con dos presidenciables sobrados de acompañantes. La idea de jugar a dos puntas es una táctica muy usada y no sólo por las diseñadoras. Paz Cornú no dio fechas de aquellos encuentros. Ubica sus salidas o entradas, según se vea, en tiempos del pre Karina y el pre Juliana. Y habla bien de estos dos salidores, dejando en claro que Scioli es inteligente pero todo quedó allí, y que con Macri por falta de química tampoco logró continuidad. Parece haber aprendido de esas charlas, eso sí, que no hay que soñar con llegar sino con permanecer. Paz no tiene pruebas de esas aventuras, salvo el recordatorio de esa mami puntual. Sin química ni sapiencia, sus ilusiones se fueron evaporando. Daniel y Mauricio, digan lo que digan, en ese terreno siempre han elegido bien. Y saben diferenciar entre acuerdos ocasionales y alianzas permanentes.

Las chicas salidoras tienen buena memoria. Y suelen capitalizar sus recuerdos. Paz, según sus tardías confesiones, los conoció antes de que juraran sobre la Biblia. Pero ahorra detalles. Y prefiere ponderar “inteligencia” y “química” para no meterse en terrenos espinosos. Ni siquiera explicó quién fue el primero de los dos. Que no es un dato menor, porque de herencias, plazos y promesas viven los gobernantes. ¿Habrá ligado algún buen trimestre de Macri? Al parecer, conoció a un Scioli que había dejado la motonáutica y empezaba a ganar carreras en los despachos oficiales. Y a un Macri que no necesitaba andar timbreando porque siempre encontraba puertas abiertas. Pero su relato, tan sospechoso como todos, carece de datos. Porque en la agenda prohibida de los políticos lo que vale es lo que no se ve. A ellos los agotan encuestas y zalamerías. Y compensan sus tardecitas con mañas viejas y chicas nuevas. La campaña a cada instante propone colaboradoras que negocian el día a día con la esperanza de poder ser reelegidas. Pero Daniel y Mauricio conocen mucho de candidatas caídas y mandatos cumplidos. Y no se detienen en lanceras ni en antecocinas. Ellos aprendieron que las buenas compañías se mimetizan con el calendario electoral: hay señoritas para las PASO y señoras para las generales.

 

(*) Periodista y crítico de cine

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