El descontrol vial en la Ciudad, un enemigo de la puntualidad escolar

Magui vive a unas 20 cuadras de la escuela y, aunque falta media hora para que toque el timbre, sale casi corriendo de su casa. Antes de las 13 deberá ir por la diagonal 73, atravesar la plaza Moreno y llegar a 8 y 58, un trayecto que a paso acelerado podría cumplir en ese tiempo, pero no en el auto de su madre que se frena en cada cuadra por embotellamientos, piquetes o semáforos desincronziados. Su problema se refleja en numerosas “llegadas tarde”, algo que sufren miles de alumnos de establecimientos educativos del micro centro platense.

Claudia Sabando, directora de primaria del Colegio María Auxiliadora y testigo de los distintos contratiempos que sufren algunos de sus 414 alumnos para llegar a tiempo hasta el establecimiento de 54 y plaza Moreno, asegura que gran parte de la semana esa zona es un caos.

“El tránsito es muy complicado porque por acá pasan todos los micros, a eso se le suman los cortes que se hacen frente a la Municipalidad o en la Dirección de Escuelas; esos días los padres tienen muchos problemas para llegar a horario”, apunta la docente.

Cuando los alumnos llegan mas de 15 minutos tarde, sus padres tienen que firmar un acta en el que se justifica la razón, pero se aclara que cuando se conoce de antemano que la demora se debió a factores ajenos a los alumnos, no se les cuenta falta. Los docentes aplican la consigna de pasar lista un rato después del ingreso al aula para darle tiempo a los alumnos que llegan tarde.

“El acta es para tener un control interno del que siempre llega tarde, nosotros entramos 13 y 15 y quince minutos después, ya están en las aulas”, agrega la directora.

Pero mas allá de la corrida que se pega el alumno que llega tarde, en la escuela salesiana se evalúa que ese niño se pierde los 15 minutos del saludo en el que se anuncian las novedades del día, el calendario escolar, se explica cómo se desarrollará la jornada y hasta se canta a los que cumplen años.

La imagen del chico que llega apurado, se lleva todo por delante y espera ansioso que le abran la puerta para pasar directo al aula es algo que también se repite en otros establecimientos como el Colegio Eucarístico - diagonal 78 entre 5 y 6 -.

“En las escuelas del centro no sólo uno tiene que sufrir los piquetes y embotellamientos, sino que cuando llega, no hay lugar para estacionar y eso también demora a los nenes”, reflexionó Karina, mamá de una alumna de sexto grado.

En la Escuela Italiana - 55 entre 10 y 11 - Sandra Forín, directora de primaria y jardín, opina que el chico que llega tarde también paga un costo pedagógico porque se pierde el principio de la explicación y obliga a que al docente a volver a empezar.

“Tal vez en el aprendizaje de la lengua extranjera es donde mas sufra el entrar tarde porque se pierde la canción inicial o el texto que se lee en el arranque”, asegura la docente.

Las llegadas tarde además obligan a disponer de mayor personal para acompañar a los alumnos a las aulas.

“Hasta las 8 y 15 hay tiempo de llegar, después de esa hora tienen ausente porque el nuevo régimen académico no prevé la media falta”, agrega y cuenta que allí también los padres tienen que firmar una planilla porque, aunque a los chicos se les ponga falta, en realidad están adentro de la escuela y eso debe registrarse.

María Laura Muñoz, directora de la Escuela 2 - 9 entre 47 y 48 - asegura que al principio de clases la mitad de su matrícula de 376 alumnos llegaba a las 8 y 30, media hora tarde.

“Desde que dispusimos cerrar el portón a las 8, llegan a tiempo, pero se contemplan cuestiones especiales como paro de micros o grandes cortes”, dijo la docente.