Para ir a la escuela, en un pueblo de Villegas hacen camino al andar
Edición Impresa | 12 de Mayo de 2017 | 01:58

La localidad de Villa Saboya, en el partido de General Villegas, continúa aislada por el agua. No hay caminos para salir de allí, ni siquiera para ir a la escuela. Tanto es así, que desde que empezaron las clases los chicos que viven en el lugar solo pudieron ir al colegio 8 veces. Por eso, con troncos y tierra, varios padres se dieron a la tarea de reparar un camino rural para que los chicos puedan llegar desde los campos donde viven y asistir a la escuela del pueblo.
“Desde que empezaron las clases, mis hijos, una nena de 9 años y un nene de 4, sólo han podido ir a la escuela 8 días, porque es imposible salir por el camino; estamos aislados y en el caso de los chicos, aislados de sus compañeritos. No pueden ir a cumpleaños ni realizar las actividades que hacen los otros chicos en el pueblo”, cuenta Roque Di Schiave, encargado de la estancia La Ernestina, donde vive con su familia.
“Estamos a sólo 20 kilómetros del pueblo, donde está la escuela, pero no se puede salir, apenas podemos salir con un tractor para abastecernos”, señala Di Schiave, quien describe que “las maestras envían por internet la tarea, pero en el caso de la nena está triste porque pierde el estar con otros chicos de su edad; ella está acá en el campo y teje y cose con su mamá, pero no es lo mismo, y para colmo tampoco pueden llegar a la estancia sus abuelos”.
Es por esto que, cansados de esperar soluciones que nunca llegan, y con el objetivo de que sus hijos puedan volver a la escuela, los vecinos de los campos de Villa Saboya comenzaron a pensar formas para arreglar el camino rural que utilizaban habitualmente, antes de las inundaciones.
TRONCOS EN LOS POZOS PARA PODER CAMINAR
“Junto a otros vecinos vamos al camino a tirar troncos en los pozos que hay y luego los taparemos con tierra. También nos va a ayudar gente que ya está harta de vivir aislados”, cuenta Di Schiave, quien recordó que “días atrás se descompuso un vecino de otro campo y la ambulancia se encajó, no pudo llegar, y hubo que tirar entre dos camiones para sacarlo y que llegara al hospital”.
El encargado de la estancia trabaja desde hace 10 años en La Ernestina, un establecimiento agrícola ganadero que hace más de una década supo tener nueve empleados y hoy sólo tiene dos.
“La estancia tiene 1.936 hectáreas, 1.100 de ellas están con agua, y el resto encharcadas. El año pasado tuvimos que vender 600 vaquillonas y terneras y este año habrá que vender 800 madres. La situación es muy difícil, y nadie hace nada por Villegas”, apunta el hombre dispuesto a hacer caminos con lo que sea.
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