Se la creyó
| 13 de Mayo de 2017 | 20:07

No pasaron muchos minutos del clásico para darse cuenta que Estudiantes estaba bien perfilado para ser el principal protagonista. No buscó desesperadamente llevarse por delante a Gimnasia, pero dejó en claro que la ficha ganadora estaba de su lado.
El grito de Israel Damonte (primero en un derby), fue la ratificación de lo intentado hasta ese momento. Las bandas, tanto laterales como volantes, marcaron el ritmo del juego; y la superioridad en la zona media fue notoria. Chapu Braña y el autor del gol mostraron que están moldeados para este tipo de juegos.
El festejo por el cabezazo obligó a que el equipo se retrase unos metros, principalmente en el comienzo del complemento. Pero tras un par de sobresaltos bien resueltos por Andújar, supo acomodarse a jugar de contra y siguió con el protagonismo a flor de piel. Pudo aumentar y pudo también sufrir más de la cuenta. Los clásicos tienen esa sensación permanente que amaga con alguna sorpresa. Nada de eso sucedió.
La alegría durará poco para todos los protagonistas ya que la agenda marca otra parada brava por Copa Libertadores en Guayaquil. La valija tendrá la ilusión matemática apuntalada por el ánimo bien ganado en Quilmes.
"Nunca en todo el proceso nos sobró nada. Hay una entrega absoluta y el equipo sostiene una idea a pesar de los errores” dijo Vivas, todavía con las revoluciones altas. Y es cierto porque a la hora de jugar no le sobró mucho, pero tuvo seguridad desde el vestuario. Un plus, algo que no se puede palpar, que escapa a cualquier sistema táctico, y que muchas veces termina siendo determinante.
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