El Guernica de Picasso

“En la pintura mural en la que estoy trabajando, y que titularé Guernica, y en todas mis últimas obras expreso claramente mi repulsión hacia la casta militar, que ha sumido a España en un mar de dolor y muerte”, dijo Pablo Picasso, el autor de la obra que en estos días cumple 80 años de su creación. El mismo tiempo que corre desde el 26 de abril de 1937 cuando aviones alemanes que Hitler y Franco hicieron participar en la Guerra Civil Española bombardearon sin tregua, durante varias horas, a esa ciudad vasca que quedó en ruinas.

“El Guernica es un hito en la historia de la humanidad, porque expresa uno de sus momentos más trágicos, el despiadado bombardeo de los aviones alemanes e italianos sobre la desprotegida e inocente población vasca ”

Picasso entonces se encontraba exilado en París y el gobierno republicano de España le encomendó la obra, un enorme lienzo que formaría parte del Pabellón Español en la Exposición Internacional de París de ese mismo año. Picasso aceptó el pedido que le formuló una delegación española formada formada por el director general de Bellas Artes Josep Renau, el arquitecto Luis Lacasa, y los ya consagrados escritores Juan Larrea, Max Aub y José Bergamín.

Aceptó el pedido, pero pasó tres meses en blanco. Se dice que, por entonces, Picasso vivía una más que complicada situación personal, distendido y tironeado entre tres mujeres: su esposa, Olga; su antigua amante, Marie-Thérèse, madre de su hija Maya, y su amante más reciente, Dora Maar.

Pero el horror de la tragedia en Guernica pudo más y sus manos se encendieron, para nacer de ellas y de sus ojos azorados lo que muchos consideran hasta hoy como la obra artística más representativa del siglo XX, en la que se muestra el horror y la agonía de la humanidad.

“Hasta el Guernica, el arte de Picasso había sido fundamentalmente íntimo y personal; casi nunca se había referido a temas políticos. Pero desde mediados de los años 20 su producción empezó a asomarse con frecuencia a la pesadilla y al horror”, dice el historiador del arte Timothy J. Clark.

Lo que sorprende de entrada al espectador es el enorme tamaño del mural exhibido en el Museo Reina Sofía de Madrid. El Guernica mide 3,50 de alto por 8 metros de ancho, de modo que para poder abarcarlo –para entenderlo mejor- la primera reacción es la de tomar una casi respetuosa distancia. En estos días, ya antes de llegar al Guernica, en los pasillos y salas del museo se presenta la obra real de un Picasso condicionado por el mundo que marchaba hacia las catástrofes futuras, la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial.

Lo cierto es que en el Reina Sofía inauguró hace pocas jornadas una muestra que pretende remontar hasta las raíces que llevaron a Picasso a la creación del Guernica, exhibiendo una retrospectiva de su evolución artística. La exposición se denomina “Piedad y terror en Picasso”, analizándose y exhibiéndose en ella la inconografía en que se inspiró el mural, en una muestra que incluye 200 obras jamás reunidas antes.

Picasso empezó a trabajar el Guernica el 1 de mayo de 1937 y lo entregó en los primeros días de junio. La curadora de esa muestra, Anne Wagner, dijo: “”El cuadro que terminó creando para la República ha perdurado como un emblema de la condición humana moderna. Trascendió el conflicto español. Se convirtió desde el primer instante en la escena trágica de la cultura universal”.

Se sabe que en la década del 40, con el franquismo dominando España, Picasso prefirió dejar que el cuadro estuviese en custodia en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, aunque expresó su voluntad de que fuera devuelto a España cuando volviese al país la democracia. En 1981 la obra llegó finalmente a España. Se expuso al público primero en el Casón del Buen Retiro, y luego, desde 1992, en el Museo Reina Sofía de Madrid, donde se encuentra en exhibición permanente.

El más colorido y plástico de los poetas españoles, el andaluz Rafael Alberti, escribió estas palabras: “Picasso es un hombre profundo que se derrama en luz por los miles de ojos que ha pintado. Su genio es el del pueblo español, capaz de las arrancadas más luminosas y violentas. El bombardeado toro de Guernica clama siempre en su sangre”.

Otros dos poetas que vieron el Guernica en París tuvieron posturas diversas. El peruano César Vallejo lo admiró. En cambio, el orihuelense Miguel Hernández –pese a que admiraba a Picasso- consideró que el Guernica, con sus formas cubistas, carecía del realismo necesario para reflejar el drama ocurrido en el país vasco.

En el mural aparecen figuras que cumplen distintos roles. Así se habla del toro, en la izquierda del cuadro, con el cuerpo oscuro y la cabeza blanca. Picasso dijo que el toro simbolizaba “brutalidad y oscuridad”. Otros creen ver en el toro un autorretrato del propio artista.

También está la madre con hijo muerto, situada bajo el toro, representación del dolor que clama al cielo. Varios críticos creen ver aquí una reminiscencia de “La Pietá”, es decir la representación de la Virgen María con su hijo muerto en brazos. Están también la paloma, situada entre el toro y el caballo, el guerrero muerto, el caballo, la mujer arrodillada, la mujer del quinqué, una casa en llamas, un hombre implorando, una flecha, una mujer con los brazos hacia el cielo envuelta en las llamas de su casa que arde.

IACOPETTI

“El Guernica es la obra clásica de Picasso, quizás la más profunda que pintó, sin olvidarme de tantas otras, incluso la famosa “Señoritas de Avignon”, realizada en 1907, y que marca un antes y un después en la historia de la pintura moderna”, dice el pintor platense Lido Iacopetti.

Iacopetti es admirador de Picasso y del arte comprometido en forma sustantiva con la condición humana. Alguna vez dijo en este diario que su intención como pintor es “no bajar el nivel del arte al de las masas, sino subir el nivel de las masas al del arte”. En esta fórmula de Arnold Hauser, a la que suscribió toda la vida, Iacopetti incluye lo que él entiende como compromiso. “Arte popular no es hacer baratijas, no es pintar a una persona con una ametralladora en la mano. Es hacer que la gente crezca. La propuesta mía, el compromiso, es acercar la pintura a los desposeídos. Y la gran torpeza es no comprender la verdadera esencia de la vida, basada en el amor y la libertad”, añade.

“El Guernica es un hito en la historia de la humanidad, porque expresa uno de sus momentos más trágicos, el despiadado bombardeo de los aviones alemanes e italianos sobre la desprotegida e inocente población vasca. Uno de los hechos más violentos y sanguinarios de todos los tiempos, ejecutado con una crueldad incomparable”, añadió.

“Cómo no impactaría aquello en la talla de un artista como Picasso -sobre todo español-, por ello como pintor, interpreto sus sentimientos y la fuerza impetuosa de la realización de la obra, reflejada en 45 estudios hechos entre el 1ro de mayo de 1937 y el 9 del mismo mes, un día antes de empezar su enorme lienzo que el 4 de junio ya estaba en el pabellón Español de la Exposición Internacional organizada ese año en París”.

Al describir el cuadro agregó Iacopetti que “su cromatismo de blancos y negros matizados, con suaves tonos azulados, rosas y malvas, iluminan una composición de figuras destrozadas, que se expanden en toda la tela, expresando dramáticamente con una fuerza inigualable, el dolor y la destrucción que invoca. Picasso aquí, en la plenitud de su vida, se expresa plenamente, logra trasmitir, todo el tormento que lo invade”.

“Ante su obra no se puede dejar de sentir, el profundo horror vivido, ese sentimiento apocalíptico, que ha dado lugar a tanta interpretaciones y análisis y que deseo sintetizar en el impacto que siempre me causó, de inmenso dolor, destrucción y soledad, más allá de sus símbolos que connotan la ausencia de toda humanidad”.

EL VERDADERO AUTOR

Existe una muy conocida anécdota respecto a la “autoría” del Guernica. En aquella Europa anterior a la Segunda Guerra, ya inficionada de oficiales nazis en las principales capitales, se cuenta que uno de ellos ingresó al estudio de Picasso en París, donde aún estaba depositado el Guernica y que le preguntó: “¿Fue usted quien hizo esto?”.

“Hasta el Guernica, el arte de Picasso había sido fundamentalmente íntimo y personal; casi nunca se había referido a temas políticos. Pero desde mediados de los años 20 su producción empezó a asomarse con frecuencia a la pesadilla y al horror”

Picasso, que apenas pudo contener la indignación, le respondió: “No, esto lo hicieron ustedes”.

La localidad de Guernica tenía unos 5 mil habitantes, de los cuales, por el bombardeo que duró más de tres horas, murieron unos 300. El sacerdote Alberto de Onaindía fue uno de los cronistas y denunciantes de ese ataque: “Habían sido aviones alemanes que fueron enviados sobre Guernica para hacer un ensayo de guerra totalitaria. Era el primer ejemplo de este género de lucha: primero unas bombas para alarmar a la población -la gente comenzó a abandonar las calles y a esconderse en abrigos, en sótanos y bajo cubierta-, luego oleadas de bombarderos con explosivos seguidos de bombas incendiarias y, por último, aviones ligeros que ametrallaban a los desgraciados que pretendía huir para salvar sus vidas”.