No tiene detenidos el despiadado asalto que terminó en una tragedia

Sigue impune el asalto salvaje en el que José Beistegui recibió una paliza en su casa de La Loma, y por el que su madre, Elsa Angélica García (86), murió horas después por la descompensación que le generó ver a su hijo tan lastimado.

En la investigación de este episodio que provocó conmoción, los detectives manejan una serie de líneas e hipótesis. Las cámaras de seguridad en el barrio, el testimonio de testigos y otras pericias conforman el tronco de la pesquisa.

Esta muerte, la número 21 en el año en la Región durante un delito, se originó alrededor de las 10 de la mañana del viernes en una casa de 42 entre 22 y 23, cuando la empleada doméstica estaba limpiando el porche y de repente un sujeto la redujo tomándola del cuello y la obligó a entrar con él.

Beistegui, un policía retirado, se vio sorprendido. Intentó dejarlo afuera pero no pudo. “Me trencé con con él porque me gatilló en la cabeza, sin mediar palabra. Y pensé, ‘me va a gatillar otra vez’, así que lo agarré de la muñeca, le volví el arma y le gatillé en el cuello”, recordó el hombre. Nada pasó, porque el arma falló “o porque estaba descargada”.

Entonces sobrevino el momento más tenso, porque se acercaron otros dos ladrones y le pegaron culatazos por todos lados.

Terminado ese forcejeo, los asaltantes se fueron para los dormitorios donde estaban la mujer y la madre del policía retirado, durmiendo. Según contó el hombre, a su esposa “la despertaron con el revólver en la cabeza”, y a las dos las llevaron a la cocina.

Cuando Elsa vio a su hijo tirado en el suelo y cubierto de sangre “se descompensó y se desmayó”, explicó José poco después del hecho, explicando que hace muy poco la mujer perdió a otro hijo “y ahora tuvo que verme así”, lamentó.

Cuando el robo terminó, Elsa fue llevada a un hospital. Pero horas después cayó en un coma irreversible y luego falleció.

En una charla que mantuvo con EL DIA poco después del asalto, Beistegui reconoció su hartazgo “de vivir así”, por considerar que “esto es una selva”.

Un diagnóstico parecido fue el que hicieron algunos vecinos del hombre, ayer por la tarde, cuando aparentemente se estaba realizando el funeral de la jubilada.

“Es muy alto el nivel de violencia que hay”, expresaron sobre calle 42, donde también estimaron que el asalto habría tenido un grado de planificación.