El humor negro de Dalmaroni está de vuelta
Edición Impresa | 5 de Mayo de 2017 | 04:51

Actor, director, dramaturgo y guionista, el platense Daniel Dalmaroni firma “Vacas sagradas”, una de las exitosas puestas que actualmente se incluye en la cartelera porteña, y que este domingo se estrenará en la Ciudad con dos funciones en el Teatro Estudio, 3 entre 39 y 40, a las 19 y 20.30.
Estrenada originalmente en el porteño Centro Cultural de la Cooperación, y actualmente con funciones los sábados en El Tinglado, la obra llegará a La Plata bajo la dirección de Hugo Urquijo.
A pesar de haber estrenado en el circuito platense varias de sus obras, de la mano de talentosos directores como Diego Aroza y con grandes figuras como Marcelo Alegro en el elenco, Dalmaroni vive de manera especial este estreno: se trata de la segunda pieza que llega a la Ciudad después de haberse mostrado con éxito en Buenos Aires.
“Y no creo que sea casualidad que en ambos casos haya sido de la mano de Hugo Urquijo”, asegura el dramaturgo, en relación a “Como blanca diosa”, que presentó años atrás en el Coliseo Podestá con las actuaciones de Graciela Dufau, Cecilia Dopazo, Ricardo Talesnik y Néstor Caniglia.
Protagonizada por Alfredo Castellani, Irene Almus, Thomas Lepera, Nehuen Zapata y Fausto Labraña, “Vacas sagradas” apela a su humor descarnado y sarcástico para narrar tenebrosas situaciones con las que da cuenta de su concepción de los argentinos,con la discriminación e intolerancia como elementos predominantes.
Dalmaroni no cree que la discriminación “sea algo privativo de la argentinidad”. Para él es una cuestión más general que engloba a todos los seres humanos. “Tendemos a distanciarnos, a fastidiarnos y a discriminar todo aquello que no se parece a nosotros, a nuestra forma de vida, a nuestra moral. Lo distinto, lo diferente, lo que no podemos normalizar hace surgir, en muchos seres humanos, la discriminación en sus niveles más elevados, incluso llegando a la comisión de uno o varios delitos”, dice.
“Tolerancia” e “intolerancia” son dos conceptos que no están en su vocabulario porque “supone un sujeto que ‘tolera’ a otro, se coloca en un lugar de poder, de ‘normalidad’. Me incomodan esas categorías”, asegura el dramaturgo, quien cree que en ese intento de normalizar las diferencias “surgen los peores aspectos de la condición humana como son el racismo, la xenofobia, la homofobia, el odio, la persecución y el daño, el maltrato, la tortura y la muerte”.
En “Vacas sagradas”, sin embargo, estos temas “son tratados desde la comicidad y nos permiten reflexionar desde el humor, sin caer en pesimistas y trágicos estados de ánimo”, haciendo que el espectador oscile entre dos posiciones: identificarse por momentos con los protagonistas y/o tomar una distancia de ellos muy grande, por otros.
SU HUMOR
Consultado en relación a si el humor es la excusa para abordar cualquier tema, Dalmaroni sostiene que la clave del humor negro es, justamente, “hacer humor sobre aquello sobre lo que no se debería”, aunque se pone algunos límites basados en su gusto o deseo, por ejemplo, los desaparecidos o la tortura. “Por lo demás está muy bueno reírse de todo y tratar de hacer reír a los demás de todo eso que a uno le parece risible. Siempre el humor es sanador, es estimulador y muchas veces ayuda a abordar temas que de otro modo, no soportaríamos o al menos no soportaríamos siempre”, remarca.
A lo largo de su carrera, ha firmado cerca de treinta obras, una veintena de las cuales formarán parte de “Teatro reunido”, el libro de 700 páginas que editará próximamente bajo el sello de la editorial Eudeba. Anteriormente, sus obras ya habían sido compiladas en dos tomos que analizaron seis piezas cada uno aunque, para orgullo de su autor, “se encuentran agotados”.
Además de haber sido dirigidas en la cartelera porteña por grandes directores, sus obras han sido traducidos y estrenadas en Chile, Ecuador, Uruguay, España, Venezuela, Brasil, Costa Rica, España y Francia, país que en 2014 estrenó una versión de “Los opas”, en el Festival de Aviñón, bajo la dirección de Sophie Gazel, la cual se ofreció en París en 2015 y que 2016 salió de gira. Próximamente, Nueva York tendrá en sus marquesinas “I killed a guy”, versión norteamericana de “Yo maté a un tipo”.
La clave del interés que sus obras suscitan está puesta, según su análisis, en el uso de “materiales que utilizan el humor como recurso dramático”, algo que “no es tan frecuente en el teatro contemporáneo”, aunque también “tienen cierta eficacia en su estructura”, destaca. Además, aclara que “el idioma siempre ha sido una gran ayuda, aunque hay obras que difícilmente se hagan en otros países por la temática muy nacional de las mismas”.
Dalmaroni cree que “lo primordial es que el escritor abone (en el sentido más botánico del término) su propio imaginario, que será el que lo hará desarrollar historias más o menos apasionantes”. Entre sus mejores abonos, “están la lectura, el cine, la pintura, la danza, la música y la sociología y la historia”.
Entendiendo que “mejor o peor, todos escribimos sobre cinco a siete temas de la vida”, el dramaturgo reconoce que su inspiración no está en ciertas “ideas” sino en “imágenes” que, al principio, “y en buena parte de la escritura no sé a dónde me van a llevar”. Familias como “institución basada en los secretos y las mentiras” -dice que para él la familia es una institución de por sí disfuncional-, seres humanos y sus vínculos, memoria e historia argentina han sido tópicos recurrentes en su obra.
Nacido en La Plata en mayo de 1961, estudió actuación en la Escuela de Teatro aunque nunca actuó. Se formó en investigación teatral junto a Francisco Javier, dirección con Carlos Rivas y dramaturgia con Ricardo Monti. Además de “Vacas sagradas”, otras dos de sus obras se encuentran en la cartelera porteña: “Gánster” (Teatro del Pueblo) y “Yo maté a un tipo” (Ñün teatro), pieza por la que recibió el premio Estrella de Mar en 2008 a la mejor obra de autor nacional. Como guionista escribió, junto a la autora Erika Halvorsen, la cibernovela “Amanda O”, producida por Dori Media Group, con los protagónicos de Natalia Oreiro y Luciano Castro.
“Vacas sagradas” ha merecido las nominaciones de Irene Almus a los Premios María Guerrero como mejor actriz; la de Sebastián Saba como mejor vestuario al Florencio Sánchez y mejor escenografía al Trinidad Guevara y la obra como mejor texto al Premio Trinidad Guevara.
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