Mil intentos y un estribillo: “cualquier cosa te llamamos”

“La mayor parte de los trabajos que hoy se ofrecen a los jóvenes son precarios. Se paga poco y la carga horaria es alta. Y esto pasa justo en el momento en que muchos jóvenes están pensando en completar su formación”, dice Lucrecia Silva (20), una chica del barrio San Carlos que está terminando el secundario, sueña con poder empezar la facultad y al mismo tiempo pasa largas horas buscando trabajo.

De esa búsqueda, Lucrecia dice que la llevó a enfrentar numerosas entrevistas. De la mayoría de ellas sólo se llevó una frase: “cualquier cosa te llamamos”, dice y cada vez que escucha esas palabras sabe que no va a tener nuevas noticias de ese empleo.

Los que llegó a desmpeñar, afirma, fueron todos temporarios y precarios.

“Trabajé de moza, cuidando chicos, en una empresa de limpieza y en una parrilla como ´multifunción´. La mayoría de los trabajos que se ofrecen a los jóvenes están mal pagos y son muy informales. Cuando empezás a encontrarte ese panorama bajás tus aspiraciones. Lo que querés es un trabajo estable y en blanco y que te permita seguir estudiando”.

Milagros Domínguez (20) también es de San Carlos y describe un itinerario bastante parecido al de Lucrecia, plagado de entrevistas fallidas, curriculums enviados que nunvca recibieron respuesta y una larga lista de trabajos temporarios: de moza, como empleada de limpieza en una empresa, cuidando chicos.

“Vas a las entrevistas, esperás dejás tu curriculum, te dicen que cualquier cosa te llaman y no volvés a tener novedades-. A veces es tan frustrante que te dan ganas de no ir”.

Hoy Milagros está sin trabajo y , a pesar de la frustración, sigue buscando.

Como muchos otros chicos de su edad imagina un trabajo ideal, un trabajo formal, en blanco, con obra social y aportes jubilatorios.

Mientras tanto hace distintos cursos para actualizarse y con la esperanza de que le permitan, en el futuro, acceder a un empleo mejor que los que tuvo hasta ahora.