“Hay que mostrar, aunque duela”

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El tema de esta novela no es, para nada, “original”. El bullying siempre ha existido. ¿Por qué? ¿De dónde sacan los niños y adolescentes tales rangos de agresividad? Culpemos a la web, a los jueguitos. En lo profundo los adultos sabemos de dónde viene. Hemos dejado que la violencia nos empape. Nos cuesta verla a la cara y saber que es parte de nuestra sociedad. Nos cuesta “ver” a nuestros niños ser violentos. Son más cómodos el asombro y el juicio cuando la cosa ya está hecha. Vivimos de vértigo en vértigo y lo hemos naturalizado.

“Lo que Teo no dice” une dos componentes de la violencia: la inundación que padecimos en nuestra ciudad y un episodio de bullying-o varios- en una escuela primaria.

No intento con esta historia aportar una solución a la problemática del bullying en la escuela, simplemente creo que tal vez sirva para que los más chicos comiencen a visualizarla: a veces hay que mostrar, aunque duela. Se trata de trabajar estrategias para ocuparnos, más que para preocuparnos. Empezar por los más chicos se me ocurre la solución más concreta. Los niños saben reflexionar si se les da el espacio. En mi trabajo docente he tenido la suerte y la gloria de estar siempre expuesta al pensamiento de niños y adolescentes. Ellos saben que la espontaneidad, la nobleza, la bondad, la pureza son un país en el que vale la pena vivir. Como Teo, mi personaje, creo en el poder de la palabra cuando ésta brota de la verdad de nuestro corazón y se convierte en acción. Una maravilla duerme escondida allí, y espera ser revelada. Y las maravillas accionando conjuntamente nos auguran, sin duda, una sociedad más justa donde la violencia sea la que va en penitencia al rincón.

 

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