Jet lag social: cuando dormir mal en el finde le pasa factura al cuerpo

Así lo aseguran varios estudios, según los cuales el desfasaje se puede dar sin salir de casa

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Querer recuperar las horas perdidas de sueño durante los días que no se trabaja puede tener un costo alto para nuestra salud, sobre todo si los horarios de ir a la cama se cambian y el momento de despertarse se desplaza mucho más allá de lo habitual. Así, al menos, lo advierte un estudio presentado en los últimos días en la la XXI Reunión Anual de las Sociedades de Profesionales del Sueño (APSS), en Boston, EE.UU., cuyos resultados revelan que acostarse y levantarse los fines de semana mucho más tarde que en la semana se asocia a una salud más débil, mayor alteración en el estado anímico, más somnolencia, problemas de obesidad y hasta un mayor nivel de posibilidades de sufrir enfermedades coronarias.

“Vivir en contra del reloj biológico puede contribuir a la aparición de disfunciones metabólicas”

Sufrir cansancio o pasar unos días de “confusión” luego de viajar entre países con zonas horarias diferentes, se sabe, es conocido como jet lag. Padecer esas consecuencias sin haber pasado por un aeropuerto ni haber salido de casa es parte de lo que varios expertos llaman jet lag social, que se produce cuando hay grandes diferencias entre el horario de sueño del fin de semana (o de los días libres) y el horario de los días laborales.

Son varios los trabajos presentados en el último tiempo que precisan que la interrupción regular de los patrones de sueño puede alterar el reloj biológico y, por lo tanto, al ritmo circadiano que regula nuestro metabolismo.

Los académicos que investigan el jet lag social suelen comparar el punto medio de sueño de una persona durante los días laborales y los días libres. Por ejemplo, si una persona duerme durante la semana desde las 23 hasta las 7 de la mañana, el punto medio de sueño son las 3 de la madrugada. Y si el fin de semana la misma persona duerme de 1 a 11 el punto medio serían las 6 de la mañana. Por lo tanto, su jet lag social sería de 3 horas.

No es la primera vez que un trabajo científico asocia la falta de un buen sueño con problemas para la salud. “Dormir de manera insuficiente reduce el metabolismo entre un 8-10%, es decir que el cuerpo gastará menos energía que lo que gastaría si durmiera la cantidad de horas necesarias”, sostiene la médica Virgina Busnelli, quien apunta además que distintas investigaciones científicas “han observado que las personas que duermen menos horas parecen preferir los alimentos que contienen más calorías y carbohidratos, con lo cual, son más propensas a comer en exceso diariamente y por ende a aumentar de peso”.

Ya un estudio de 2015 con más de 800 empleados que hacían horarios de trabajo regulares encontró que quienes tenían un mayor jet lag social tenían más probabilidades de tener obesidad y otros marcadores no saludables de salud que los trabajadores cuyo patrón de sueño apenas cambiaba durante toda la semana.

Los investigadores, de varias universidades británicas y norteamericanas, dijeron ahora que “vivir en contra del reloj biológico puede contribuir a la aparición de disfunciones metabólicas y de sus consecuencias”.

Según los autores del estudio financiado por el Consejo de Investigación Médica de Reino Unido y el Instituto Nacional para el Envejecimiento de los Estados Unidos, una diferencia de jet lag social de dos horas es el límite a partir del cual se empiezan a observar esos biomarcadores poco saludables.

Otra investigación reciente del Programa de Investigación sobre Sueño y Salud de la Universidad de Arizona, concluyó que el jet lag social es un marcador circadiano importante para la salud, independientemente de la duración de las horas de sueño y de problemas como el insomnio.

Según las conclusiones del estudio, liderado por Michael A. Grandner y publicado en la revista Sleep, el jet lag social está asociado “con una salud más pobre, enfermedades de corazón, peor estado de humor y una mayor fatiga y somnolencia”.

Los investigadores sugieren que no sólo la duración del sueño sino también la regularidad en el horario juega un papel clave. En ese sentido, varios estudios científicos e instituciones de la salud recomiendan que los adultos deberían dormir regularmente como mínimo siete horas al día para estar descansados y en un estado óptimo de salud. “Todos los expertos coinciden que dormir menos de 7 horas por noche puede tener consecuencias negativas para el organismo y el cerebro”, finaliza Busnelli.

 

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