De chacareros a patrón de estancia

Los que peinamos canas seguramente tendremos muy presente las primeras apariciones de los equipos del interior en el fútbol grande en aquellos “torneos nacionales” que además del exagerado número de participantes dejaban en claro la enorme diferencia que existía entre aquellos que militaban en las ligas más lejanas y los animadores habituales del fútbol grande.

La chispa periodística de entonces hablaba de los “chacareros” para referirse a conjuntos de distintos puntos del país que a lo único que aspiraban era a no pasar papelones muy grandes o a quedar lo más cerca posible del rival en el tanteador. No obstante hubo memorables goleadas y notables muestras de disparidad entre los rivales que hacían imposible establecer paridades.

Pero las cosas fueron cambiando con el tiempo. Primero asombraron las apariciones en los primeros planos de Talleres de Córdoba y Atlético Tucumán –por citar sólo algunos casos--, encargados de mostrar que se empezaban a achicar las brechas entre “unos y otros”. Muchos años después dos desconocidos para el gran público, Pacífico de General Alvear y Defensores de Villa Ramallo, se encargaron de establecer en vivo y en directo que las cosas han ido cambiando.

Y no porque los equipos que eliminaron a Estudiantes y Gimnasia de la Copa Argentina sean los únicos casos. Simplemente vale remitirse a ellos porque sus rutilantes apariciones tuvieron lugar esta semana. Pero hay infinidad de ejemplos que hablan de la forma en que se equipararon las fuerzas en las últimas décadas. Lo que no está del todo claro para definir las causas de este proceso es si crecieron los de afuera o ha declinado el nivel general del fútbol. Probablemente sea un poco de cada cosa.

Lo que sí ha quedado en claro que los futbolistas de los equipos del interior siguen mirando de reojo al profesionalismo. Como antes, son muy pocos los que viven de la pelota y la gran mayoría de ellos tiene que alternar los entrenamientos con otra actividad.

Detrás de cada uno de los equipos del interior hay una rica historia de sueños y sacrificios que, antes como ahora, muchas veces terminaron en proezas notables. La Copa Argentina ha sido el escenario sobre el que se han producido los resultados menos esperados y, por consiguiente, más explosivos. La enorme satisfacción de unos se cruza con la autocrítica –tan de moda por estos tiempos—de quienes siendo más grandes futbolísticamente hablando se quedan con las manos vacías.

Lo que sí ha quedado en claro es que no se gana ni con el nombre del club ni el de los futbolistas.