“Mi hijo me cambió: si no fuera por él, ya me hubiera suicidado”

“Decidí cambiar mi vida con mi hijo para ocuparme en alguien. Si no, yo ya me habría matado”. La que habla es Rocío Cianis (20), una entre tantos denunciantes de abusos intrafamiliares. En su caso, cuenta que fue su padrastro el que la sometió “desde que tenía sólo cinco años”, en un calvario que se extendió hasta sus 17. Hoy, él está preso, aunque la causa está en stand by, con un juicio que parece lejano.

La chica sigue viviendo en Villa Elisa, en la misma casa donde, según el expediente, sucedió aquel terror. El paisaje actual es muy distinto. Ella está desde hace cuatro años de novia con Brian. Los dos son padres de Santino, que tiene un año y medio, cachetes grandes y una mirada tierna.

Ya no hay amenazas cerca, sino un cachorro y un gatito que juegan y se pelean. Pero igual, los recuerdos tétricos la asaltan de repente. “Uno no puede olvidarse. Siempre hay angustia y llanto, aunque mi hijo me cambió”, reconoce Rocío.

Los medios suelen difundir casos parecidos o comparables al que le tocó sufrir. La chica se indigna cada vez que ve alguno, le parece “horrible” que a otra persona le toque lo mismo y entiende el miedo que hay a denunciar. A ella también le pasó, al punto de tener que callarse.

“¡Qué hijo de puta!”, lanzaba Marcelo Cianis (50) cada vez que en la pantalla de la tele hablaban de un violador. Rocío sólo encontraba refugio en su habitación.

Cianis era Oficial Mayor en el Poder Judicial de Quilmes y gozaba de una reputación intachable para su alrededor. Hermano de dos abogados, se mostraba gentil. “¿Quién me iba a creer si él para afuera era excelente? Mi propia familia no me creía, hasta que se supo todo”, se acuerda Rocío y traza un paralelismo con el ahora: “Pareciera que la Justicia no me escucha ni me da ‘bola’, y que me están pateando el caso porque nunca le responden las cartas de mi abogado”, denuncia.

Una vez que en septiembre de 2014 Cianis quedó acusado de violar a su hijastra en su casa de Villa Elisa y en su despacho judicial de Quilmes, “él hizo todo para irse rápido ni bien pudo”, explicó Marcela, su ex mujer y madre de Rocío. El último ataque habría sido una semana antes.

Se sospecha que “a los cuatro o cinco días de que se hizo la denuncia” el acusado se escapó a Brasil, donde habría subsistido con la ayuda de su entorno, cree la víctima. El año y 10 meses que transcurrieron hasta que Interpol lo capturó en Brasilia, la chica y su madre no supieron nada de él. “Fue una tortura, una sensación horrible”, aseguró Marcela.

Tanto esfuerzo parece hoy diluído. Cianis sigue preso en Río de Janeiro y “rechazó los cuatro pedidos de extradición” que hizo la justicia argentina. “No nos dan explicaciones y hasta que a él no lo traigan no va a poder avanzar la causa”, se lamenta Rocío. Falta mucho entonces para el proceso y las reconstrucciones de lo que pasó.

Ella sólo espera que lo enjuicien y que quede preso, aunque también está latente “el miedo a que lo suelten, se quiera vengar y le haga algo a mi familia”, asegura la chica, que en su momento había declarado que la única manera de estar 100% tranquila es “verlo muerto”.

Santino come un yogur de vainilla y su papá le hace upa. La joven mamá puede empezar a mirar adelante con el armado de su nueva vida. Le queda pendiente terminar el secundario cuando el nene cumpla dos años, deje la teta y pueda quedar al cuidado de otra persona. Aunque ya empezó a encarar algunos proyectos. Por ahora hizo trabajos de modelaje en sesiones de fotos. Después verá. Su principal preocupación pasa por cerrar aquel oscuro capítulo que, a pesar del enorme esfuerzo que hace por superarlo, cada tanto reaparece como un monstruo incontrolable.