Pesadilla por un robo brutal en una vivienda de 36 y 15

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Tal vez porque tuvieron una chance al alcance de la mano o porque fueron con un dato equivocado. De cualquier manera, los cuatro delincuentes que robaron en una casa de 36 entre 15 y 16 se empecinaron en buscar una cantidad de plata que ahí no tenían. Mientras lo hacían, sometieron violentamente a toda una familia.

Aunque trascendió en las últimas horas, la secuencia comenzó a las 15.30 del viernes, cuando en la vivienda estaban una chica de 13 años, su hermanito de 18 meses y una jubilada, conocida de ellos, a la que llaman “abuela”.

Al parecer, uno de los ladrones caminaba por los techos de la cuadra hasta que vio el sitio por donde entrar, patio mediante. El ingresó por detrás y les abrió a sus otros dos cómplices, según sospechó Carlos Ríos (49), quien vive allí.

DESPERTAR DE TERROR

Los niños dormían la siesta. Uno de los intrusos fue a despertarlos con amenazas de muerte y órdenes de que se mantuvieran en silencio. El asalto se extendió por interminables 90 minutos. En la primera media hora, las tres víctimas vieron cómo los desconocidos revisaban todo.

Luego aparecieron Carlos y su hermana, de 56 años. En ese momento la situación se desbandó, porque los delincuentes se tornaron aún más salvajes. A los dos adultos les pegaron -a él en la cabeza presuntamente con un culatazo- y el ataque se extendió a los chicos.

“Les pedimos que a la señora y a mis hijos no les hicieran nada”, recordó Carlos. Los ladrones obedecieron en parte: a la adolescente la ataron de pies y le dejaron las manos libres para que pudiera sostener a su hermanito. El hombre y su hermana no se salvaron de ser sujetados de pies y manos. En todos los casos usaron los cordones del calzado que cada víctima tenía puesto.

Mientras la familia entera miraba desde el piso toda la maniobra, los asaltantes continuaron revisando la vivienda al dedillo. Así se apoderaron de un televisor, una tablet, celulares, joyas, plata y las llaves de la puerta de calle.

LA INVESTIGACION

Al final del robo, las cinco personas fueron conducidas a un sector trasero de la casa, en donde quedaron retenidas. Ahí esperaron a que la banda decidiera escaparse. La presunción es que lo hicieron en un auto o camioneta con espacio suficiente para cargar el botín. Ese es uno de los puntos que se procura establecer en la investigación.

Carlos se preguntó por qué semejante violencia contra un grupo de víctimas que no le representaba peligro, y la asociación que hizo es que tal vez los delincuentes hayan entrado con un dato equivocado. Entonces, al interpretar que les podrían estar mintiendo, los intrusos se volvieron cada vez más brutales.

De cualquier manera, el hombre consideró que lo que les tocó vivir es un caso más dentro de un escenario barrial en el que “no se puede salir a la calle tranquilo”.

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