En Berisso las veredas parecen bombardeadas

En muchos barrios casi no hay cuadras en que las aceras estén en condiciones

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Un paso implica en las calles del casco céntrico de Berisso un riesgo de caída. Es que casi no hay vereda sana en el sector más histórico del municipio vecino, y la mayor parte de las cuadras obliga al peatón a bajarse del cordón y hacer largos trechos por la calzada, entre los autos y los micros, porque por el embaldosado (roto, inexistente o con la letal combinación de pasto y tierra) no se puede caminar.

Ana María, fuerte y decidida, mantiene el hábito a sus 88 años de hacer los mandados diarios por el barrio, en la zona del Colegio Basiliano, en 167 y 20. Toda una proeza y a la vez un peligro de su parte porque los trayectos por los que debe transitar a pie están destruidos, llenos de los desniveles propios de las faltantes de piezas de la vereda, con partes de tierra apisonada y partes ganadas por los yuyos. Eso cuando la vecina no se cruza con algún pozo cavado por una empresa de servicios que rompió las lajas y dejó el trabajo por la mitad, con la excavación sin tapar. Ya se cayó en una oportunidad, cuando por fortuna no significó más que un susto.

En rigor, con sólo recorrer unas cuadras de la Montevideo y sus calles paralelas se advierte enseguida el mal estado general de la veredas.

“No hay derecho a que la gente mayor no pueda moverse libremente por los alrededores de su casa. Mi madre tiene los impuestos y las tasas municipales al día, y sin embargo la familia sufre cada vez que sale, porque ella no quiere quedarse encerrada, pero la verdad es que podría tropezar muy fácilmente y podría lastimarse feo”, planteó un hijo de Ana María, preocupado por las condiciones de las veredas en el barrio de Berisso donde vive su madre.

En rigor, con sólo recorrer unas cuadras de la Montevideo y sus calles paralelas (pleno centro de Berisso, un sector de gran circulación peatonal) se advierte enseguida el mal estado general de la veredas. La lista de cuadras con la zona del pasaje peatonal destrozada incluye la 165 entre 14 y 15; la 167 de 15 a 20; y la Montevideo y sus paralelas contiguas 17 y 18, tanto hacia La Plata como hacia el monte. “En casi todas y en varios tramos, hay que bajar a la calle para poder seguir caminando, porque cualquiera corre el riesgo se romperse el alma. Pero eso también es un riesgo porque pasan los autos”, señaló un vecino.

Si bien cualquiera puede sufrir un accidente por transitar sobre un suelo poco seguro, hay sectores de la población que son más vulnerables y a los que, además, les cuesta más dar esos pasos difíciles. Una parte de los vecinos más en riesgo en ese sentido son los adultos mayores, como ya se dijo, pero también afecta de manera particular las veredas irregulares a las personas con alguna clase de discapacidad motriz y a las madres que salen de sus casas con los bebés en cochecito.

Es cierto que, al igual que en nuestra ciudad, del buen estado de las veredas tienen que ocuparse los frentistas. Pero también es cierto (y en eso ponen el acento los vecinos que conviven con las baldosas flojas, rotas o ausentes) que no se observan políticas del Estado comunal que incentiven, con facilidades, al vecino, para renovar la vereda que corresponde a su propiedad, como ocurre en las ciudades donde las gestiones se interesan en el mantenimiento de algo tan urbanístico como los sectores de paso peatonal.

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