En Villa Progreso, hartos de vivir en un “pantano”

El barro en muchas calles de Villa Progreso, como por ejemplo en 126 entre 68 y 69, es más que una de las consecuencias del mal tiempo: para los vecinos se ha convertido en un enemigo cotidiano, un obstáculo difícil de sortear que los deja aislados al intentar entrar o salir de sus viviendas.

Incluso varios días después de las lluvias, en ese sector berissense las calles parecen un pantano en el que hasta las ambulancias se han quedado atascadas. Hartos de convivir con ese martirio diario, los vecinos salieron ayer a manifestar su descontento para reclamarle urgentes soluciones a la comuna de Berisso.

“Acá los frentistas estamos patinando sobre barro”, se quejó Mariela Mársico, vecina de 126 y 68, quien en los últimos tiempos ya tuvo que arreglar tres veces el tren delantero del auto por la cantidad de pozos que se multiplican en las calles.

Minada de pozos y sin mantenimiento desde hace largo tiempo, en esa cuadra y adyacencias la calzada apenas resiste el peso de los vehículos de gran porte que circulan a diario, ya que en la zona hay al menos tres fábricas.

“Es una avenida que figura como asfaltada desde hace años, pero nunca la asfaltaron. El año pasado tuvimos una reunión con las autoridades municipales que nos prometieron tomar medidas, pero hasta ahora no hicieron nada”, reclamó otro vecino, molesto por la desidia municipal para con ese barrio. Volvieron a pedir una audiencia, esta vez con el intendente Jorge Nedela, por ahora sin suerte.

El agua simplemente no escurre y hay días en que el lodazal que se forma en la calle es de tal magnitud que los vecinos “ni siquiera la pueden cruzar”. “La semana pasada vino una ambulancia del SAME y se quedó encajada”, describió otro frentista de Villa Progreso.

Otro problema que tienen es que el desagüe pluvial de la esquina de 68 y 126 está obstruido. Por eso, cada vez que llueve se forman “lagunas” que tardan varios días en secarse: “Simplemente no tenemos drenaje”, se lamentaron.

El alumbrado público también brilla por su ausencia: las luminarias son pocas y la mayoría están rotas.