En un barrio de Romero, el miedo se apoderó de todos

“Antes, acá era tranquilo”. La comparación es repetida entre los vecinos del barrio “Cuatro manzanas” de Melchor Romero, que todavía se acuerdan de cuando los chicos salían a andar en bici, se podían hacer mandados de noche o era impensado escuchar tiros en la madrugada. ¿Hace mucho de eso? No, el año pasado la zona lucía distinto, y la gente vivía con más calma. Hoy son usuales los arrebatos y robos de toda clase. Como primer paso, llevarán a la comisaría un petitorio con sus firmas.

Sin embargo, los ánimos están lo suficientemente más caldeados como para que ese sea el único movimiento de quienes viven en ese sector de Romero, comprendido por las calles 522, 524, 161 y163. Todo, a partir de que la inseguridad “es cosa de todos los días” y “la policía no da respuesta”, según protestan.

Un síntoma de que la situación cambió es que bien temprano a la mañana o cuando ya cayó la noche, las calles están desiertas. Es en esa circunstancia cuando los peatones más expuestos están. Las mujeres son las víctimas que más sufren los arrebatos, casi siempre cometidos a punta de arma y en moto. Las calles 161 y 163, principales accesos desde la 520, es el terreno donde más ocurren.

En rigor, nadie se salva: ya hubo asaltos callejeros a chicos que salían de la escuela y a hombres que los tiraron por el suelo. Siempre, para quedarse con una billetera o un celular. Muchos vecinos ya adoptaron la precaución de andar con lo menos posible encima.

¿Son siempre los mismos? Nadie lo puede saber con exactitud, simplemente, porque a los ladrones nadie les llega a ver las caras. Siempre actúan encapuchados y apenas se les ven los ojos. Lo único que se puede adivinar, por su contextura, es que no tienen más de 20 años.

Todo se completa con un aditivo poco escuchado en otros barrios de la periferia platense: por la noche, a veces pasadas las 0 pero también más temprano, retumban los sonidos de tiros. Los vecinos le atribuyeron eso a que “hay varios que tienen armas para protegerse”, incluidos muchos policías que viven en esa zona.

Ante el primer ruido sospechoso en el techo o en el fondo, su opción es la de sacar su pistola y disparar al aire para echar al intruso. Eso hizo un hombre de 162 entre 522 y 523 el martes a la 1. “Por rachas, hay semanas en las que eso pasa una o dos veces”, lanzaron en el barrio. “Muchas veces no sabemos por qué es... Pero preferimos ni asomarnos”, aseguran.

Con fuertes críticas hacia la policía -“tardan mucho en venir”, “no nos dan bolilla”, “nunca patrullan”- los vecinos juntarán firmas el fin de semana para presentar un petitorio en reclamo de más prevención. Esperan dar así el primer paso hacia la solución, que no es más que volver a un orden cercano, en lugar de perderlo para siempre.