Un matrimonio roto y un tifón que obligará a rearmar todo

DESPUES DE LA TORMENTA.- La dinámica familiar es otra vez el punto de partida narrativo del nuevo film del valorado Hirokazu Kore-eda. En sus anteriores trabajos, sobre todo en “Un día de familia”, nos había mostrado el clima de secretos, rencores, ternura y nostalgia que habitan las casas familiares. Ahora insiste son esa temática, aunque esta vez su mirada es más liviana y su contenido más simple, porque al final –como dice la mamá del protagonista- “la vida es sencilla”, sólo hay que vivir el presente y arrojar el pasado bien lejos.

En los films de Hirokazu Kore-eda, los personajes expresan más con lo que callan que con lo que dicen. En las casas se decide todo. Y las mujeres llevan adelante la vida hogareña ante una hombría desorientada

La película se inicia como un paso de comedia y de a poco irá girando hacia un tono más intimista. Pero le cuesta arrancar y recién en el tramo final logra ordenar su discurso y elevar la puntería. El protagonista es Ryota, un tipo confundido y dolorido. Su padre ha fallecido, para alivio de su madre. Hace años logró algún reconocimiento con una novela inicial pero ahora su inspiración como su vida se ha empantanado. Está separado y tiene un hijo al que visita una vez por mes. Su esposa, linda, sensata y práctica, prefiere tenerlo lejos. El tipo trabaja en una agencia de detectives, espiando infieles. Y empeña lo que encuentra. Es un villano simpático que busca revancha.

En los films de Hirokazu Kore-eda, los personajes expresan más con lo que callan que con lo que dicen. En las casas se decide todo. Y las mujeres llevan adelante la vida hogareña ante una hombría desorientada. Afuera, la naturaleza le va sumando matices a unas relaciones que de a poco se irán revelando. Aquí es un tifón el que obligara a la pareja a reencontrarse. La madre de Ryota los invitó a comer. Como el tifón cada vez se acerca más, deciden pasar la noche allí. El huracán es una alegoría: una vez que pase el vendaval, quizá el matrimonio pueda ver otra vez el sol.

El film se sostiene con esfuerzo en pequeños apuntes que no suman mucho. Le lleva demasiado tiempo definir sus personajes. Austero y respetuoso, “Después de la tormenta” se deja ver como una sensible pintura humana que no aspira a grandes resultados. Recién al final, cuando aparecen algunas frases y la ternura se hace presente, la película deja su moraleja: los tifones, es cierto, destrozan todo, pero también obligan a luchar para poder rearmarnos con lo que se salvó.

BUENA(***).