La mujer y la beba de Báez no volvieron a su casa

Una custodia policial se mantiene firme en la cuadra de 126 entre 5 y 7, donde están situadas, una al lado de la otra, las casas de María Emma Córdoba y la del acusado de matarla, Ariel Báez. Las dos vacías.

Los policías están para evitar eventuales represalias contra la vivienda del acusado (parece improbable que eso pase), que es, en realidad, propiedad de sus suegros.

“La mujer de Báez y su familia vivieron siempre acá, igual que los padres de María Emma”, dijo un vecino, recordando que, una vez que quedó viudo, el papá de la chica “se mudó a Los Hornos”.

En el barrio no pueden salir de la conmoción y comentan el caso con espanto, tristeza y asombro.

Dicen que la mujer de este sujeto (para el que tienen infinidad de adjetivos) “es una buena chica, trabajadora” y reconocen “no entender cómo se metió con él”.

De Báez se sabe poco. Solamente que es de la villa 1-11-14, del barrio porteño de Flores, y que se instaló en Punta Lara hace poco más de un año, cuando empezó su relación con la chica de esa localidad de Ensenada.

De esa pareja nació hace un mes una bebita, junto a la cual se acostó Báez en la madrugada del sábado, justo después del aberrante ataque. Una vez que la policía se llevó detenido a su marido, la joven admitió que lo vio llegar cerca de las dos de la mañana, “alterado”. Y ella se instaló en la casa de un familiar, con su beba.

Báez no tiene antecedentes penales y la fiscal Virginia Bravo lo describió como “una persona irascible, que tenía problemas vecinales”. Sin embargo, no hay denuncias radicadas en su contra.