Filas desde la madrugada para gestionar trámites en Obras Particulares

Se ha dicho ya en esta columna que la burocracia es imaginativa y que siempre encuentra alternativas para convertir en difíciles y complejos para la gente muchos trámites que debieran ser extremadamente fáciles. Lamentablemente, se trata ésa de una característica que no es novedosa, que viene desde muy lejos y que se sigue presentando en muchas áreas de los sucesivos gobiernos. Una reciente prueba de estas conclusiones se encuentra planteada desde hace varios meses en la dirección municipal de Obras Particulares, en donde numerosas personas hacen cola desde horas de la madrugada para poder acceder al archivo de esa dependencia y realizar trámites que sirven para gestionar habilitaciones comerciales y pedidos de préstamos hipotecarios.

Tal como se informó, la modalidad de las colas se inició hace meses, pero cuando arrancó los interesados en concretar tramitaciones acudían a las 6,30 de la mañana. Con el paso del tiempo, el horario se fue ampliando y ahora hay gente que llega a la sede de 21 entre 49 y 50 cerca de las 4,30, afrontando en la espera todo tipo de contingencia climática, todos pugnando por obtener uno de los 40 turnos que entrega el archivo de Obras Particulares, área clave para destrabar y agilizar numerosos trámites que tienen que ver con el rubro de la construcción.

Las largas esperas se dan, aseguran en la fila, porque el archivo sólo cuenta con dos personas y cada consulta lleva un extenso tiempo. No es una gestión sencilla, remarcan, porque “hay que buscar e investigar cada pedido”. Por su parte, desde la Municipalidad aseguraron que se están evaluando los reclamos y que se estudian modificaciones al trámite. Los funcionarios también alegaron que últimamente se ha incrementado en forma ostensible la demanda de informes o copias de planos.

Sea como sea, allí o en otros mostradores, para concretar gestiones muy simples hay centenares de personas que se ven obligadas a transitar verdaderos calvarios de incompetencia, sólo auxiliados, en ocasiones, por la asistencia de algún conocedor que les indica algún mejor rumbo administrativo a seguir. Cuando no con la piadosa presencia de vecinos que se acercan a las colas para ofrecerle agua a las personas mayores o, inclusive, para ofrecerles pasar al baño de sus casas. En fecha reciente, para retirar las nuevas credenciales de IOMA un jubilado tuvo que hacer cuatro horas de cola parado a la intemperie, sin tomarse en cuenta que la nueva credencial está ideada -supuestamente- para agilizar y simplificar los trámites.

Colas ante casi todos los mostradores. Colas para pagar impuestos o para extraer plata en los cajeros. Colas para obtener algún documento registral. Colas para casarse o para requerir un certificado de defunción. Colas porque no y porque sí. No hay respiro para la población: se le va buena parte de la vida a la gente haciendo trámites costosos y martirizantes.

Hace años que la población protesta contra este tipo de deficiencias. Lo paradójico es que, a medida que se avanzó vertiginosamente en la aplicación de supuestos adelantos digitales, las administraciones tardan cada día más en ofrecer las certificaciones y documentos que se les piden. La burocracia continúa librando su infatigable combate contra el público. Frente a ese panorama, sólo cabe esperar que las autoridades accionen, de modo que los responsables de organizar los trámites entiendan que deben pensar en la gente -no en ellos- y en cambiar radicalmente el rumbo, de una vez por todas.