Nueva movilización en reclamo de justicia por el femicidio de Emma

Unas 200 personas se juntaron frente a la Escuela Nº 6 y marcharon hasta la casa de la joven

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Unas 200 personas volvieron a movilizarse ayer en Punta Lara para reclamar justicia por Emma Córdoba (26), la estudiante de Medicina asesinada hace una semana en esa localidad.

El caso, que todavía encierra algunos interrogantes (ver aparte), no deja de provocar conmoción en la Región.

Por eso, desafiando el intenso frío y la lluvia, que de a ratos acompañaba el avance de los manifestantes, se enarbolaron banderas y pancartas con el reclamo más escuchado: “justicia”.

También hubo fuertes mensajes contra la violencia machista y el pedido de “Ni una menos”.

Los participantes de la marcha, la gran mayoría compañeros de facultad de Emma, aunque también hubo una nutrida presencia de dirigentes estudiantiles, se reunieron en la puerta de la escuela Nº 6, sobre el camino Almirante Brown, frente a la sede náutica del club Universitario.

Habían salido en micro, un rato antes, de la puerta de Medicina y terminaron en la vivienda donde ocurrió el horror, a unas 20 cuadras del punto de encuentro, en 126 entre 5 y 7.

En ese lugar, de acuerdo a lo que pudo saber este diario, hicieron sentir sus planteos, todo con un profundo grado de respeto, orden y planificación, aunque con el dolor a flor de piel.

Ayer, durante el acto, trascendió la noticia de que la casa de Emma pudo haber sido blanco de un intento de robo de lo poco que quedó en pie. Pero el padre de la joven, Horacio Córdoba, negó tener información sobre un episodio de esas características.

Sí pidió, por razones de seguridad, “que nadie entre en ese lugar, porque hay riesgo de derrumbe”, tras el incendio que provocó el asesino.

El hecho se registró en una antigua vivienda de la calle 126 entre 5 y 7 de Punta Lara, donde María Emma se hallaba junto a una amiga de 25 años.

Cuando las amigas salieron de la casa a cerrar el portón y, a entrar a los perros, apareció un hombre armado con un revólver que las amenazó, ató, violó y golpeó con una pala, ataque en el que Córdoba terminó asesinada.

Para lograr su impunidad y borrar evidencias, el asesino también intentó prender fuego a las víctimas y la casa con un encendedor y un aerosol que utilizó como lanzallamas.

La sobreviviente relató que ella se quedó quieta y cuando el asesino de su amiga salió de la casa tras robar algunos objetos personales, logró salir para pedir ayuda y pudo contarle a la policía que el autor era un vecino con el que ambas mujeres se habían cruzado a la tarde en la calle.

El imputado, Ariel Osvaldo “Papu” Báez (23), está imputado de “privación ilegal de la libertad, abuso sexual agravado, homicidio doblemente calificado por ensañamiento y por mediar violencia de género (uno consumado y otro en grado de tentativa) y tenencia de estupefacientes para su comercialización”, ya que en su casa se secuestraron plantas de marihuana, una bolsa con 358 gramos de cocaína y más de 100 mil pesos.

 

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