A dos hermanos horticultores de Olmos les pegaron hasta mandarlos al hospital

Ayer se conocieron nuevos detalles del salvaje asalto ocurrido en 175 y 52

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En medio de la inseguridad que no da respiro en todos los rincones de la Ciudad, ayer se conocieron nuevos detalles de un asalto salvaje. Fue el que sufrieron el miércoles por la noche dos hermanos en una quinta de las calles 175 y 52, donde temieron lo peor.

De acuerdo a lo que pudo reconstruir este diario, fue después de otra intensa jornada de trabajo, sobre un terreno preparado para la siembra de hortalizas en Olmos, en la que dos jóvenes de 20 y 28 años realizan tareas como peones.

La cena estaba a punto de servirse, cuando los hermanos vivían un momento de relax.

Sin embargo, la tranquilidad le duró muy poco, ya que, cerca de las 20.00, tres delincuentes encapuchados y, con un arma de fuego cada uno, irrumpieron en la precaria construcción de madera, tras abrir la puerta a patadas.

La escena, en una zona conocida como “Gigante del Oeste”, lindante con un barrio de viviendas del Plan Procrear, fue muy violenta.

SIN PIEDAD

Precisamente hasta ese lugar fue ayer EL DIA y obtuvo el testimonio del mayor de los hermanos, ambos nacidos en Salta.

Se trata de Rubén Ortíz (28), quien recordó que “estábamos mirando televisión y nos sorprendió un fuerte ruido, que fue provocado por los ladrones que se metieron en la casilla, encapuchados, tras patear la puerta de entrada”.

Enseguida, con su hermano Osvaldo Alejandro (20), escucharon dos órdenes: “Que nos tiremos al piso y que les digamos dónde teníamos dinero”.

Al advertir que estaban claramente en desventaja, no tuvieron más opción que indicarles dónde estaban “los 5.000 pesos que teníamos acá”.

Pero eso no fue lo único que se llevaron. En tal sentido, Rubén detalló que “además robaron un televisor, dos celulares, dos bolsos, ropa, dos pares de zapatillas, frazadas y hasta el documento de identidad de mi hermano”.

Después, llegaron los golpes: “Estando con Osvaldo en el piso y atados de pies y manos con precintos, para que digamos dónde estaba la plata, me pegaron un culatazo en la cabeza y patadas en la cara. Y a mi hermano también lo patearon”, reveló Rubén.

Por eso, una vez que la banda escapó con las mencionadas pertenencias, tuvieron que ser atendidos en el centro de salud UPA, que funciona en Los Hornos.

Las víctimas estimaron que el calvario duró “por lo menos 15 minutos”, en cuyo lapso los asaltantes revisaron minuciosamente cada rincón de la casilla en busca de más dinero y elementos de valor.

“Pedían más dinero, no se conformaban con los 5.000 pesos que ya tenían en su poder. Les decíamos que no quedaba ni un centavo más, pero sólo se convencieron que era así luego de revolver todo”, reflejó el mayor de los quinteros.

“PENSE QUE NOS BALEABAN”

En otro pasaje de la extensa charla con este diario, Rubén admitió que “llegamos a sentir mucho miedo, porque los tipos nos hablaban agresivamente. Y los creíamos capaces de dispararnos. Pensé que nos baleaban”.

Afortunadamente, ello no sucedió. Pero ese grupo de delincuentes se alejó en medio de la oscuridad de la zona, dejando a ambos hermanos atados de pies y manos con los precintos.

Cuando se le preguntó a Rubén de qué manera se liberaron, reveló que “mi hermano se arrastró hasta llegar donde había un cuchillo. Y los hizo pasar por detrás suyo, para empezar a limar el precinto hasta cortarlo. Luego me desató”.

También precisó que zafaron de esa situación “a la media hora que se fueron los delincuentes”, al tiempo que citó que “al rato llegó un empleado que dejó cajones de madera para cargar las verduras. Le conté lo ocurrido y le pedí el celular para avisar al patrón, que más tarde nos trajo frazadas para dormir abrigados”.

En la zona, por último, se denunció que los robos son muy frecuentes.

Por el caso y, por razones de jurisdicción, intervino la seccional tercera de Los Hornos.

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