Estiman que el tiempo se acaba para el bebé inglés

El hospital británico donde está internado negó su traslado al Vaticano. Podrían desconectarlo

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Al bebé británico en fase terminal que atrajo la atención del Papa Francisco y del presidente de Estados Unidos Donald Trump, y por quien ya se recaudaron más de dos millones de dólares para asistirlo con una terapia experimental cuya eficacia es puesta en duda por los médicos, se le está acabando el tiempo, ya que el respirador artificial al que está conectado en un hospital londinense “va a ser apagado pronto”, según anunció ayer el Hospital Great Ormond Street, pese a las objeciones de sus padres.

También ayer, el centro pediátrico “Bambino Gesú” de Roma, el llamado “Hospital del Papa”, recibió una negativa a su propuesta de acoger al bebé, según señaló su directora, Mariella Enoc.

La médica del centro pediátrico del Vaticano lamentó que “el hospital inglés ha dicho que, por motivos legales, no puede trasladar al niño. Esta es una nueva noticia triste”.

La directora del centro explicó que ha hablado con la madre del bebé, que está “muy determinada a combatir hasta el último momento”, y que le ha pedido que verifique si existe una cura para el pequeño, algo que los científicos del hospital romano están analizando.

El “Bambino Gesú” había comunicado que “está preparado para acoger a Charlie Gard, porque defender la vida humana, sobre todo cuando está herida por la enfermedad, es un compromiso de amor que Dios confía a cada hombre”.

En este sentido, el secretario de Estado vaticano, Pietro Parolin, volvió a señalar ayer que “la Santa Sede hará lo que esté en sus manos para superar los obstáculos legales que impiden el traslado del pequeño Charlie al “Bambino Gesú”.

“UNA MUERTE DIGNA”

El 28 de junio, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos respaldó la decisión de la Justicia británica de dar una muerte digna al bebé de diez meses, afectado por una “enfermedad genética rara y mortal”, y rechazó así el recurso de los padres, Christopher y Constance Gard.

Su dictamen especifica que, en términos médicos, el pequeño sufre un “severo síndrome infantil de encefalopatía mitocondrial” que causa mutaciones en el gen RRM2B y le “priva de la energía necesaria para vivir”.

Los padres recurrieron a la Corte europea cuando los tribunales británicos autorizaron que Charlie fuera privado de la respiración artificial y argumentaron que el país había vulnerado su derecho a la vida, al oponerse el Great Ormond Street Hospital de Londres a un tratamiento experimental en Estados Unidos.

Sin embargo, en todo este tiempo poco ha cambiado para Charlie, que continúa con su rara enfermedad genética que le ha causado daños cerebrales y le impide respirar por su cuenta.

Mientras tanto, la batalla sobre el destino del niño se centra en el debate ético de lo que es mejor para el bebé.

Bajo las leyes británicas, los derechos del niño prevalecen sobre los de los padres para tomar la decisión, y varios jueces respaldaron a los especialistas, que sostienen que el tratamiento experimental que se plantea no ayudaría a Charlie, sino que le causaría sufrimientos innecesarios.

Es por esto que la Corte Suprema de Gran Bretaña falló que se debe permitir que el niño muera con dignidad, y la Corte de Derechos Humanos de Europa rechazó una apelación de los padres de Charlie, agotando con ello sus opciones legales.

No obstante, el hospital londinense decidió mantener un poco más la respiración asistida al bebé, para permitir que sus padres pasen más tiempo con él, satisfaciendo el pedido del papa Francisco de que se permita a los padres “acompañarlo y tratarlo hasta el final”.

 

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