Que la locura no siga invadiendo al fútbol

Otra vez el fútbol nos entrega una postal de lo que no debe ocurrir. De nuevo nos enfrentamos con un episodio que dejó abiertas las puertas para que la locura invada un escenario que debería estar reservado sólo al juego. El escándalo en la definición del último ascenso a la B Nacional nos obliga una vez más a reflexionar pero también a exigir que se tomen las medidas necesarias para que sancionar a los responsables de una pretendida avivada que nos hace mal a todos.

Deportivo Riestra se encontraba a cinco minutos del momento más importante de su historia, el ascenso al Nacional B por primera vez en sus 86 años de vida. El equipo de Pompeya le ganaba 2 a0 a Comunicaciones, que en caso de marcar un gol forzaría una definición por penales, cuando se desató la vergonzante acción: Leandro Freyre, jugador del equipo local que no había sido convocado para este partido, inició la invasión del campo, acción que provocó la inmediata suspensión del encuentro.

La desafortunada iniciativa del futbolista fue acompañada por algunos hinchas que también se sumaron a la invasión y de esa forma se impidió la normal culminación de un partido decisivo. Todo muy lamentable.

A la hora de las declaraciones Freyre adujo que saltó a la cancha porque “Pensé que ya se había terminado el partido y quería festejar” mientras que los de Comunicaciones ponían el grito en el cielo por la falta de fair play cuando se los privó por la fuerza de buscar el gol salvador en los minutos que faltaban. Los videos contradijeron los testimonios del autor de la invasión: durante 30 segundos Freire siguió las acciones casi pegado al árbitro, provocó a cuatro jugadores rivales y terminó desatando el escándalo invadiendo la cancha cuando la máxima autoridad todavía no había pitado el final.

Para completar un panorama plagado de dudas, varios jugadores de Comunicaciones denunciaron que las medidas de las áreas en el estadio de Riestra no se correspondían con las establecidas por la FIFA y que una de ellas fue agrandada para que haya más probabilidades de tener un penal a favor. A propósito de esas afirmaciones, enviados de un medio periodístico concurrieron al día siguiente del polémico encuentro a constatar si la denuncia tenía sustento y se encontraron con una sorpresa: un empleado del club estaba alterando las rayas de cal que se utilizaron en la cancha de Riestra para el decisivo partido.

Sobre el episodio que tiñó de críticas el fin de semana desde la AFA también dijeron lo suyo. Fue el propio “Chiqui” Tapia quien lamentó los hechos y reclamó que el fallo salga “lo más rápido posible” tras adelantar que “respaldará y respetará” lo que “decida” el Tribunal de Disciplina. Es de esperar que las palabras no queden sólo en eso porque entre las deudas pendientes que arrastra el fútbol figura la necesidad de actuar convenientemente frente a los que pretenden sacar ventaja antideportivamente.

El fútbol está necesitado desde hace tiempo de ejemplos y actitudes coherentes. Quienes tienen la responsabilidad de conducirlo tienen la palabra...