Urna, voto, ravioles y a esperar los resultados

En un clima de cierta apatía que al parecer, sólo se logró romper con la filípica que la gobernadora María Eugenia Vidal le propinó al bueno de Diego Brancatelli en la pantalla de Intratables, finalmente, llegamos al domingo de las PASO.

Hoy se vota. Lo que no es poco. Vamos a las urnas, en principio, para definir las listas de candidatos que competirán en la pelea de fondo, esa que está programada para octubre. El trámite, ya se sabe, puede resultar tedioso, pero es obligatorio, al menos, hasta que así lo indique la ley. Y ajustarse a la ley, para además cumplir con el deber cívico, no está nada mal en un país donde ajustarse a las normas, lamentablemente, parecería ser la excepción.

Habría, en principio, dos maneras de encarar la jornada dominguera. La de la queja, o la de la crítica, o la de plantarse frente a la urna con memoria a la hora de depositar el sobre.

Puede suponerse que la de hoy es apenas una elección más. Craso error. En esa aparente intrascendencia de sufragar para dirimir, apenas, una lista de candidatos, se juega mucho más en el país, pero particularmente en la Provincia de Buenos Aires, que es la nos ocupa. Tal como se han planteado las campañas que cerraron el pasado jueves, son dos modelos los que se enfrentan hoy y los que volverán a encontrarse en las urnas de octubre. Cambiemos rinde su primer test electoral serio tras poco más de un año y medio de gestión. Enfrente, se planta la figura de la ex presidenta Cristina Kirchner. Dos modelos. Dos países. Hoy, la respuesta la tiene la gente.

Así las cosas, vendría bien relajarse, ir tempranito a la mesa, dejar el sobre en la urna, disfrutar con la patrona de los ravioles o el asado (si la lluvia lo permite) y después, sentarse a esperar frente a la tele para, un poco más allá de las 21, empezar a dilucidar lo que el futuro puede depararnos. Eso si, no pierda de vista que esto es Argentina y que lo que hoy apunta a ser certeza, a lo mejor cambia mañana.