Cómo acompañar a los chicos con las nuevas tecnologías
Edición Impresa | 13 de Agosto de 2017 | 07:44

Ya no son las muñecas y los autitos los que ocupan todas las listas de regalos. Cada vez más las tablets, las consolas o hasta los smartphones reemplazan a los clásicos juguetes y los padres se preguntan no sólo cómo elegir el mejor equipo sino qué hacer para no perder el control sobre ellos. ¿Se puede?
“La tecnología para los niños no es ni un cúmulo de posibilidades creativas ni la perdición -resume Carolina Duek, doctora en Ciencias Sociales y autora del libro Infancia entre pantallas. Las nuevas tecnologías y los chicos-. En principio se trata de objetos de deseo que les permiten diferenciarse, como lo fueron los crayones fosforescentes, los Pinipon o los Playmobil. Un acto creativo no se inhabilita por la presencia de tecnología, ni se alienta por la ausencia. Si bien un Playmobil no es lo mismo que un celular, en el universo de la sociabilidad infantil ocupan un espacio semejante. Suponer que el teléfono hará que nunca más agarre un muñeco es falso”.
Las voces que atacan a los juguetes electrónicas se repiten y sus argumentos son bien conocidos: se dice que fomentan el sedentarismo y la obesidad; que coartan la imaginación, que impiden la sociabilidad, que son formas sencillas y poco esforzadas de pasar el tiempo. Mientras tanto, y acaso a la par que crecen los detractores, las cifras de ventas de tablets, celulares inteligentes, consolas y otros dispositivos cada año se incrementa de forma notable.
Según un estudio reciente de Carrier&Asociados, los chicos de 8 a 12 años se encuentran entre los usuarios “intensivos” de tablets, que se vuelven complemento de la PC y otros dispositivos conectados. Muchas veces se transforma en el único dispositivo a su alcance para consumir series y películas ya que, sobre todo los más pequeños, no suelen tener acceso a una televisión o una computadora personal en la habitación. Es por eso que, antes de comprar, es clave prestar atención a las características más importantes del equipo para después no arrepentirse.
Estudios de mercado indican que el 90% de los consumidores se siente satisfecho al elegir tablets con más prestaciones y el 48% prefiere dispositivos con la marca Intel, mientras que el 36% de los compradores de dispositivos baratos se arrepintieron.
“Muchos padres querrían regalarle un libro a sus hijos pero no quieren soportar la mala cara cuando abra el paquete. Todos prefieren ser superhéroes que regalan al niño lo que el niño espera. El adulto necesita todo el tiempo ese refuerzo; la idea de que a través de un objeto se puede llegar al pibe”, detalla Duek. Y agregó: “por otro lado están quienes pretenden que todo regalo sea educativo y sirva para aprender. Pero no es ni una cosa ni la otra”.
“Un acto creativo no se inhabilita por la presencia de tecnología, ni se alienta por la ausencia. Si bien un Playmobil no es lo mismo que un celular, en el universo de la sociabilidad infantil ocupan un espacio semejante. Suponer que el teléfono hará que nunca más agarre un muñeco es falso”
Lejos de un escenario catastrófico en el que niños y niñas se vuelven autómatas volcados a interactuar únicamente con tablets y teléfonos inteligentes, la psicoanalista Nora Osuna asegura que todavía subsisten juegos capaces de atravesar distintas generaciones. “A la familia, con autos, a la maestra y al doctor. A recrear escenas que viven en sus casas; a ser superhéroes y princesas. Juegan tal vez también con elementos de características más sofisticadas pero eso no necesariamente significa perder la capacidad de crear escenas que permitan desplegar sus inquietudes y fantasías”, apunta la experta.
Según datos de Unicef en nuestro país hay más de 13 millones de niños, niñas y adolescentes, de los cuales 6 de cada 10 se comunican usando celular y 8 de cada 10 usan internet.
“No podemos negar que los adolescentes o niños de hoy son nativos de un mundo que ha hecho cambios vertiginosos a partir de la era de Internet; los pequeños adquieren la habilidad en el manejo de las pantallas de una forma que asombra a sus padres y esto no necesariamente debiera ser un factor inhabilitante para el desarrollo de otras potencialidades”, revela Osuna.
En ese marco, Duek desafía un presupuesto de base: “Todo educa y nada educa. ¿Cómo se educa? ¿Qué es lo educativo? ¿Cómo se define? Todo tiene potencial de ser educativo o de no serlo. La diferencia está en quién lo recibe. ¿Todo tiene que tener un saldo? Está idea de la hiper-pedagogización, de que todo tiene que ser educativo y la idea de que un chico se va a lavar más veces las manos porque ve la Doctora Juguetes es ridícula”.
En su libro, publicado por Capital Intelectual, la socióloga explica que “no se trata de prohibir sino de comprometerse activamente en la crianza de los más chicos: la presencia, compromiso y atención son las tres claves ya no sólo de la relación entre los niños, los adultos y el juego, sino de la construcción de vínculos”.
Según la investigadora, además, el papel del adulto es crucial para los chicos. “Los adultos se quejan de que los niños no leen pero en las casas no tienen bibliotecas -apunta-, y no hablo de paredes de libros sino de un pequeño espacio donde puedan tener un contacto con las palabras; todas las escuelas públicas regalan libros para armar una biblioteca familiar, eso no necesita dinero”.
Por otra parte, Duek asegura que “no seguir a los chicos en esa relación que tienen con la tecnología es como no haberle abierto nunca el cuaderno de clases; hay que ver, investigar, preguntarles qué sitios visitaron pero no desde un rol autoritario sino de acompañamiento”.
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