De cortes y cacareos

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Hay fenómenos meteorológicos con consecuencias imprevisibles, como puede ser que una rama caiga sobre el tendido eléctrico y deje a todo un barrio sin luz. Pese a eso, los vecinos necesitan tener un marco que les permita, por ejemplo, determinar el tiempo aproximado que quedarán sin servicio porque de eso dependerá la organización de sus vidas. Es la falta de información precisa, lo que lleva a la gente a sentirse inmersa en una situación donde las cosas parecen fuera de control y a merced de un designio supremo que puede concederle a su antojo la gracia de un servicio, como la luz o el agua. Y es cuando nada se sabe que todo empieza a imaginarse o a especularse y se multiplican relatos como “un operario de la empresa me dijo que tardarán diez días en arreglar el problema” o “mejor cortemos una calle, que si no, nos van a tener con el santo en la boca hasta quién sabe cuando”. Tal es la falta de confianza en los sistemas de comunicación de las empresas de servicios que muchos clientes ni siquiera realizan las quejas porque están cansados de que los atienda un “disquito” que solo les da un número de reclamo. En ese contexto, las empresas aseguran que desconocen muchos problemas porque los usuarios no los denuncian. Todo como el cuento del huevo y la gallina donde se desconoce quién fue el primero, pero se sabe quién es el que siempre termina cacareando.

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