La Ciudad sigue desafiada por la nueva realidad climática y proyectan ampliar los desagües
Edición Impresa | 31 de Agosto de 2017 | 03:22

Habrá que hacer algo más que acostumbrarse. De acuerdo con los expertos en clima, la aparente irreversibilidad del nuevo “statu quo” signado por los fenómenos extremos y una volatilidad no menos acentuada, obligará a la Ciudad y sus habitantes a tomar medidas; cambios en los hábitos vecinales, mejoramiento en la infraestructura e implantación de sistemas de alerta y prevención, entre otras.
El fugaz diluvio del martes por la mañana fue el más reciente en una serie de eventos naturales que sorprendieron por su intensidad y carácter súbito. En lo que va del año, por caso, ya hubo una semana con volúmenes de lluvia abrumadores -la primera del año-; un “ciclón extra-tropical” -a inicios de febrero-; y los quince milímetros de precipitaciones en cinco minutos de anteayer, sin contar la gélida y prolongada ola polar de mediados de julio.
Todo puede pasar, todo puede cambiar de una semana a la otra. Estas modificaciones bruscas, para los meteorólogos, son impactantes pero “algo normal dentro del fenómeno de cambio climático que se está viviendo globalmente”.
Así lo señala Mauricio Saldívar, titular del servicio de Hidrometeorología de la Comuna. Y aclara: “episodios como el del martes son atribuibles a la variabilidad natural del clima, pero eso no quita que en el futuro cercano se vayan haciendo más frecuentes y más intensos”.
RESPUESTA INICIAL
Esto exige pensar la vida urbana en función de ese porvenir. “El primer respondedor ante la emergencia climática, el primero que se tiene que proteger y a los suyos, mientras se activan los protocolos oficiales, es el vecino” advierte Saldívar: “acciones como identificar el lugar más seguro para guarecerse ante el viento, el sector más alto ante los anegamientos, etcétera, tienen que estar internalizadas”.
“Nuestra región está comprendida en una zona tornádica, y a la vez las condiciones promedio de temperatura y humedad se van acrecentando” indica el funcionario: “por lo que la población debe saber que van a ocurrir fenómenos extremos y hay que concientizarla para que sepa qué hacer”.
En otro plano de respuesta, el que procura desagotar las calles tan pronto como sea posible durante y después de las lluvias, el municipio proyecta la ampliación de bocas de tormenta, sumideros y conductos de desagüe del casco fundacional.
En el área de Hidráulica local consideran que la creación de los grandes aliviadores de avenidas 131 y 143 permitirá reducir la carga de toda la red del ejido histórico, y por lo tanto, liberarla para la captación de nuevos excedentes pluviales.
AMPLIACION DE DESAGÜES
“Las obras de los derivadores y la ampliación del Gato nos van a permitir agrandar las bocas de tormenta y sus conexiones con los sumideros, que fueron hechas con criterios antiguos” adelanta Luis Caruso, titular de la repartición comunal: “el casco es como una casa vieja con sus cañerías originales, que ya quedaron chicas y están deterioradas”.
“Ya está proyectada y pedida a la Provincia la construcción de la cuarta celda del desagüe de calle 11, entre las calles 48 y 517” precisa el funcionario: “es una obra de largo aliento -para hacer cien metros se pueden tardar dos meses- pero necesaria; al mismo tiempo, el municipio se hace cargo de la limpieza y el mantenimiento de la red urbana, y las quejas por obstrucción de bocas de tormenta bajaron de 500 por mes a 50”.
En la mirada de los expertos, la creciente vulnerabilidad de la Ciudad ante el nuevo marco climático amerita también otro tipo de intervenciones urbanas y suburbanas. Alfredo Benassi, ingeniero agrónomo y doctor de la UNLP, aconseja evaluar medidas de “mitigación y adaptación”, como la creación de infraestructura verde con reservorios temporarios de lluvias, y un manejo de los residuos que evite su descarte en los desagües pluviales.
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