El espanto

Espanta la noticia por varios motivos. Juventud, prevención, advertencias, síntomas. Una joven, un arma, un colegio y la decisión de quitarse la vida. De todo eso se deriva el resto: tristeza, pena y estupor. Sobrevuelan motivos desconocidos, hay sospechas y no hay certezas. Solo hipótesis que podemos formular todos nosotros como observadores impávidos de una realidad que supera a la ficción. Una joven en plena formación, toma la decisión más dramática ya sea como pedido de ayuda o en la frustración de no ver una salida a algo que desconocemos. Todos miran a las redes sociales y a sus comunicaciones, a los mensajes enviados o recibidos de los últimos días, semanas o meses. ¿Allí se podrá encontrar alguna explicación al hecho? Las comunicaciones electrónicas omnipresentes y ubicuas de los adolescentes hacen pensar que podría haber alguna clave que nos permita entender que es lo que pasó. Recordamos el reciente juego denominado “la ballena azul”, en que se desafía a superar pruebas de todo tipo con riesgo a integridad y vida de los participantes. Surge como una moda que se diluye en poco tiempo. También vemos en los últimos tiempos y como prácticas más sostenidas y comunes el acoso, las cadenas de burlas y escraches virtuales a chicos y chicas en donde fotos, textos o videos circulan sin control provocando la vergüenza y el infierno en las víctimas que las padecen. La circulación masiva de datos y la imposibilidad de control cuando los mismos son enviados de uno a otro destinatario, hace que la eliminación de los mismos se vea imposibilitada. Si se detectaran casos de hostigamientos virtuales, lo primero que se debe intentar es el eliminar las fotos o los mensajes originales. Allí el rol de los padres, educadores e instituciones educativas es fundamental en la detección temprana del problema. El conversar con quien lo inició es rol de los adultos responsables para exigir que se borren. Si la distribución fuera ya masiva lo que se recomienda es cortar las cadenas de distribución por aparte de los testigos. En ello se está trabajando prioritariamente en varios programas de prevención de estos casos. Es decir, concientiza a quien recibe el mensaje de no hacerlo circular. De esta forma se limita considerablemente la viralización el mismo. Y no teniendo participantes en las burlas, el acosador puede ver frustrado su goce. En ámbitos en donde las leyes o la tecnología no ha dado una respuesta válida, la solución pasa por la educación de los usuarios de los dispositivos electrónicos. En casos en que las preguntas superan a lo que conocemos, tal vez los motivos estén más en la vida off line que en las comunicaciones y las alertas o motivos de este triste caso no sean tan virtuales como pensamos.

* Abogado especialista en delitos informáticos