Estatuas con grietas

Mail: afcastab@gmail.com

Las estatuas opinan. Siempre lo han hecho. La idea del ladrillo evocador y testimonial es una manera de plantar una idea y afianzar un rumbo. Los artesanos y la albañilería le han sumado alegorías y martillazos a unos mármoles que pelean en otras grietas. No hay homenajes inocentes. Hasta los ADN llegan hoy cargados de ideología. Estamos en pleno preparativos. No sólo la Selección de fútbol quiere pasar de ronda. Los campamentos de opinadores y candidatos vibran al compás de un calendario oficial que le presta más atención a los sondeos que a las necesidades. Las mudanzas de estatuas han inspirado a estos aprendices de próceres que a cada rato van cambiando de lista, plaza y pedestales. La cosa es ganar como sea. Ya lo dijo una Cristina que dejó de ser madrastra para poder jugar de Cenicienta: “Soy bilardista”. Cruda confesión de esta gimnasista de cuna que sueña con el ascenso.

Ayer trasladaron a Juana Azurduy al CCK, mientras Colón, convaleciente en un centro asistencial, sigue buscando algún pedestal duradero que le asegure nuevas temporadas al aire libre. No es fácil ser monumento por estos lados. Los homenajeados de ayer pueden ser los escrachados de mañana. La gente ya no elige, descarta. Las dos fuerzas mayoritarias invitan a mirar al que está enfrente para ir a votar con entusiasmo. La idea de ir a la caza del pasado es toda una declaración de guerra. La consigna es atajar, más que convertir. Cerrar caminos ajenos antes que proponer senderos nuevos. La Juana, se acuerdan, fue convocada de apuro, aun sin terminar, para cubrirle la espalda a una cacique que venía dando sus mejores combates en la cadena nacional. Cristina quería tenerla allí, al fondo de su ventana, como inspiración y bandera. Sabe que controlar el pasado es la mejor manera de legitimar el presente. La memorable luchadora le puso fragancia femenina y coraje a unas plazas con olor a hombre. Por eso le dio el pase libre a un Colón que, por esta Niña fue perdiendo la Pinta. Don Cristóbal había salido hace tiempo. El Puerto de Palos le anticipó garrotazos oficiales. A una reina la había convencido haciendo parar un huevo. Pero en la Casa Rosada todo cuesta más. A partir de ahora, para evitar futuros debates, el Gobierno decidió que el patio trasero no tenga más monumentos. Se gastaba muchos en traslados, discusiones y reparaciones. La orden fue no monumentalizar el paisaje con estatuas que, más que decorar, porfiaban.

Ayer una grúa trasladó a la escultura de Juana Azurduy a la plaza que está frente al Centro Cultural Kirchner. La Juana no afloja. Se quedó sin Cristina pero se cobijó en Néstor. Su mudanza tiene que ver con el avance de las obras en la autopista que conectará la 25 de Mayo y Buenos Aires-La Plata con la Illia. Doña Juana, que ayer vigilaba la frontera, hoy controlará a Vialidad, que es mucho más peliagudo. Cuando le dieron el pase, apenas llevaba dos años en su nuevo domicilio. Pero en la Rosada y cercanías no hay puesto seguro. Sables, votos, grúas y helicópteros siempre tramitan desalojos. El Colón desmantelado que hoy disfruta de un inquilinato en la Costanera Norte, prometió ponerse otra vez de pie en julio. O enterrase para siempre ¿junto a Sampaoli?

La Gendarmería ha dejado de ser una suerte de Cruz Roja con cartucheras para sumarse a la grieta. Gracias a lo que andan ocultando en el caso Maldonado y a los que andan revelando en el caso Nisman, ganaron protagonismo y sospechas

Don Cristóbal había salido hace tiempo. El Puerto de Palos le anticipó garrotazos oficiales. A una reina la había convencido haciendo parar un huevo. Pero en la Casa Rosada todo cuesta más

LE PUEDE INTERESAR

La furia del agua

LE PUEDE INTERESAR

Positivo y negativo

La idea de sustraerles ideología las estatuas cada vez se profundiza más. La grieta ha calado hondo y por más que la Iglesia pide que se achique, los zanjeadores no cesan de agrandarla. La Gendarmería en estos días hizo una encomiable contribución al enfrentamiento. Ha dejado de ser una suerte de Cruz Roja con cartucheras para sumarse activamente al conflictivo panorama nacional. Hicieron a un lado a los contrabandistas para empezar a embarrarse en otras fronteras. Y gracias a lo que andan ocultando en el caso Maldonado y a lo que andan revelando en el caso Nisman, ganaron protagonismo y sospechas.

Ahora, encima, una estatua farandulera se sumó al debate. El Concejo Deliberante marplatense discute por estos días si instalarán o no un monumento en pleno centro al mítico personaje televisivo “El Zorro”. La propuesta, impulsada por el concejal de Acción Marplatense, Marcelo Fernández, es en el fondo una inédita declaración de sinceridad de un deliberativo sobrado de autocrítica. ¿Dónde mejor que un Concejo Deliberante para homenajear a los zorros? La enciclopedia los pinta como “huidizos y normalmente imposibles de domesticar; se adaptan al ámbito urbano como comensales; son carroñeros y figuran visiblemente en numerosos folklores como símbolo de la astucia y la simulación”.

Colón, la Juana y el Zorro andan a la caza de pedestales durables. ¿Lo obtendrán? No sólo los gobiernos desalojan y desarman. Un poema de Neruda usaba la fugacidad del amor para avisar que todo futuro asoma difuso y declinante: “siempre te alejas en las tardes/hacia donde el crepúsculo corre borrando estatuas”.

(*) Periodista y crítico de cine