Historias de todos los lugares

El primer libro de Soledad Castellano, Farfalla, reúne historias mínimas que pueden ser leídas como los capítulos de una novela que empieza en Italia y llega hasta nuestros días

Edición Impresa

Por Marcos NUñez

Farfalla es un libro pequeño cuyo narrador, que no es Soledad Castellano aunque bien podría serlo, le habla a las mujeres de una familia a lo largo de tres generaciones. Como muchas familias en la primera mitad del siglo XX, empujadas por el hambre y la situación de posguerra, los protagonistas de Farfalla emigran a la Argentina: Italia es el pasado, Italia será una marca que se llevará en los huesos.

La novela de Soledad Castellano, periodista y escritora platense, está compuesta de cuatro partes que perfectamente pueden leerse como relatos cerrados. En estas historias la pérdida es el denominador común: se pierden vidas, seres queridos; se pierde el terruño con sus climas, sus vecinos, sus hábitos y su lengua. Pero la pérdida no sólo aparece como algo material, tangible: unos personajes pierden el trabajo, otros, la inocencia.

En las historias de Castellano hay viajes en barco de tres semanas y lluvias que duran cincuenta y cuatro días; hay escenarios como la casa que no tiene luz eléctrica ni baño, pero tiene un establo y un pozo donde sacar agua; hay, también, una mujer que anota en un cuaderno el recuerdo de sus primeros regalos de niña; y hay, finalmente, alumbramientos tan intensos, extenuantes, que una de protagonistas llega a pensar que se desarma: “Te comparaste con la oruga de la que te hablaron de niña, la misma que cuando sintió que era el final de repente se convirtió en mariposa”. Mariposa, en italiano, es Farfalla.

Las pérdidas, como también su contracara, los nacimientos, traccionan de las historias de Farfalla porque en lo narrado nacen oportunidades, nace vida y nacen vocaciones, las de unos personajes que eligen enseñar en las escuelas, trabajar la tierra o la madera, hacer artesanías o escribir historias.

La novela de Soledad Castellano, periodista y escritora platense, está compuesta de cuatro partes que perfectamente pueden leerse como relatos cerrados

Uno de los méritos de Castellano es, justamente, no adornar la historia con hechos grandilocuentes o escenas exageradas: no se juega la novela en una línea o en un párrafo. La autora logra una voz que hilvana las cuatro partes de este libro, una voz que discurre de episodio en episodio y de personaje en personaje con naturalidad. Las vidas pequeñas, mínimas, de Farfalla son precisamente las historias de un lugar, y bien sabemos que historias así son las historias de todos los lugares. Por tanto, son historias universales.

 

 

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE