La sangre brota en una Quequén desoladora

Pablo es un aprendiz de cocina que sueña con el restorán propio pero a quien lo oprime la realidad: la violencia que aflora de este conflicto entre el deseo y los límites, entre el sueño y la frustración, es el eje de “El aprendiz”, primera obra de ficción de Tomás de Leone que se muestra en el Select en el marco del Ciclo de Cine Nacional.

El protagonista del filme es Nahuel Viale, aplaudido en la presentación del filme en el Festival de Mar del Plata, donde la película fue la ganadora de la Competencia Argentina. Viale realiza un trabajo sobrio y contenido, retrato perfecto de ese estallido que nunca llega y que de alguna manera, explica De Leone, refleja su propia experiencia, la de alguien que busca expresarse a través de un arte o un oficio: en el caso del cineasta “el ambiente no fue hostil” como en el caso de Pablo, un personaje que comete delitos junto a un grupito de jóvenes sin destino de Quequén buscando financiar su sueño, pero, dice De Leone, el cine fue el equivalente de la cocina para él. “Me permitió crear un espacio propio. Me otorgó muchísimas cosas como persona que yo no había desarrollado. Para mi fue como los antiguos oficios, como el ebanista, esos oficios que tienen ese amor por el trabajo y desarrollan también la constancia, la disciplina, la tolerancia a la frustración”, cuenta el director que este año también mostró en La Plata “La muerte no duele”, documental sobre la vida y muerte de Rodolfo Ortega Peña.

Las lecturas políticas de su cruza de géneros (“El aprendiz” explora desde el cine policial hasta el “coming of age”) se multiplicaron debido al estreno previo del trabajo sobre Ortega Peña, pero aunque a De Leone le interesaba hablar de la cuestión de la desocupación, su mayor preocupación pasó por trabajar una estética alternativa del espacio.

“No quise filmar la Quequén de postal”, revela. “A mi me pasa que la mayoría de las películas que veo sobre la Costa están hechas con la mirada del tipo de Buenos Aires que va en invierno a un lugar y vive su angustia. Esa mirada promueve una poética que no es muy cierta acerca de esos espacios: es una mirada que estetiza mucho esos espacios, y cuando vos vas a esos espacios y ves como viven su angustia los pibes que viven ahí. No es la misma relación con el espacio, tienen otra relación con el mar, los pibes de Quequén no van a llorar sus angustias al mar y metaforizan el mar, están en barcitos, en lugares desolados”, explica.

Por eso, De Leone filma con el estilo despojado de los Dardenne, buscando “restar elementos visuales para que contribuya a lo dramático” y a la vez problematizar “la cuestión de clase” del cine nacional “a la hora de retratar los espacios: vos vas a filmar Mar del Plata en invierno y filmás la rambla vacía, y si podés los filmás en blanco y negro. Hay una cuestión de clase, aunque ese cineasta no pertenezca a una clase, ya está metido dentro del discurso, se adoptó ese ideario. Eso fue algo que en la búsqueda de locaciones y en el tratamiento fotográfico trabajamos: buscamos espacios feos, porque son los que circula un pibe que vive en ese lugar. La tentación máxima es poner la escenita de amor con los personajes caminando por el bosque de Necochea: contra eso fuimos todo el tiempo, a pesar de que por supuesto los productores pedían eso justamente. Yo sé que eso hace que la película sea más difícil, menos agradable a la vista, sórdida, pero eso era fundamental para mi, eso es una decisión política”.

Hoy y mañana a las 20 en el Cine Select, 50 entre 6 y 7

otra chance

En el marco del ciclo Freakshow se sigue mostrando los viernes a las 22 en el Pasaje Dardo Rocha “The Lobster”, la delirante historia del griego Yorgos Lanthimos.

La historia transcurre en un futuro no lejano donde no está permitido vivir sin pareja. Este este mundo distópico, los solteros de todo el mundo son detenidos y llevados a un hotel espeluznante. Allí, durante 45 días tendrán la última oportunidad para encontrar una pareja. Si no la encuentran en este lugar, serán transformados en el animal que previamente hayan elegido.

A David (Colin Farrell), le ha abandonado su mujer, así que no tiene más remedio que dirigirse a ese hotel donde son confinados los solteros. Pero, aunque tiene claro que su animal elegido es la langosta, consigue escapar y se adentra en el bosque donde vive más gente como él. Allí encontrará a una mujer (Rachel Weisz), y ambos tratarán de sobrevivir fuera de la ley.

Esta surrealista propuesta da pie a la película “The Lobster”, del aclamado director griego Yorgos Lanthimos que, sobre la base de una comedia tan absurda como singular, plantea una punzante crítica de las convenciones sociales y el amor como norma de comportamiento.

Lanthimos se dio a conocer mundialmente al obtener el premio Un Certain Regard en Cannes con “Dogtooth” (2009). “The Lobster” es su tercer film como director, y el primero rodado en inglés. Sus protagonistas son Colin Farrell (“True Detective”, “Escondidos en Brujas”, “Corrupción en Miami”) y Rachel Weisz (“El legado de Bourne”, “The Deep Blue Sea”, “Ágora”).

Viernes a las 22 en el Cine Select del Pasaje Dardo Rocha, 50 entre 6 y 7, en el marco del Ciclo Freashow