El Lobo no estuvo solo en Bahía

Varios triperos se infiltraron para estar junto al equipo

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Por bahia blanca enviados especiales

Hace varios años que en el fútbol argentino no se permite la presencia de los hinchas visitantes pero, como la pasión no sabe de prohibiciones, ayer varios simpatizantes de Gimnasia se las rebuscaron para estar junto al equipo en el estadio Roberto Natalio Carminatti de Olimpo. La mayoría fueron miembros de las filiales Bahía Blanca y Viedma-Patagones.

El plantel albiazul estuvo acompañado desde el sábado por la tarde, cuando llegó a la ciudad sureña de la provincia de Buenos Aires y se instaló en el hotel Land Plaza. En la puerta del mismo un puñado de hinchas, la mayoría vestidos con la camiseta del Lobo, recibieron a los jugadores y pudieron recibir a cambio varias fotos y autógrafos.

Ya por la noche del sábado, las filiales anteriormente mencionadas organizaron una cena para los dirigentes de Gimnasia que encabezaron a la delegación. De la misma no participaron ni los jugadores ni el cuerpo técnico ya que estaban descansando en el hotel para el partido de ayer.

infiltrados en la tribuna

Aquellos simpatizantes que estuvieron acompañando a los jugadores el sábado no quisieron perderse el partido y, aprovechando que Olimpo puso entradas a disposición, se “colaron” entre los hinchas aurinegros.

Sin ninguna vestimenta que los identifique con Gimnasia, vivieron y sufrieron el partido en silencio entre los del local, que llegaron en su mayoría sobre la hora a la cancha.

El precio para la tribuna popular, el sector que los socios del club bahíense ingresaron con la cuota de septiembre paga, era de $400 para los hombres, $300 para las mujeres y los jubilados, y $200 para los menores.

El de las plateas, en tanto, ascendía a $1000 para los que no eran asociados.

¡aprovecharon un casorio!

Además de los hinchas de las filiales de Bahía Blanca y Viedma-Patagones, un grupo de 15 simpatizantes albiazules pudo estar en el Carminatti de casualidad: llegaron el fin de semana a Bahía debido a que el hijo de un amigo se casaba allí y justo el club de sus amores jugaba ante Olimpo. El casorio fue de Matías Beret, y el grupo se trasladó hasta la ciudad sureña para estar presente. Se instalaron en el pintoresco Hotel Victoria y, además de la fiesta, disfrutaron de la cancha.

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