El proyecto de rescate de un ícono local

El Tomate Platense es la variedad que más se cosechaba en el “cinturón verde” de la ciudad hasta la década de 1980: los inmigrantes españoles, italianos y portugueses habían trabajado en mejorarla naturalmente, y llegó a ser famosa en todo el país por su gran adaptación a las condiciones ecológicas de la zona, su sabor intenso y su forma irregular achatada.

Sin embargo, a fines de los ‘80 comenzó a ser desplazada por una variedad híbrida que había sido ‘mejorada’ para alargar la vida del fruto post-cosecha y lograr mayor firmeza, sacrificando en el medio al sabor.

El proyecto de rescate y difusión del Tomate Platense nació en 1999 para revalorizar aquel cultivo pionero: un equipo de docentes y estudiantes de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de La Plata rastrearon sus semillas, y vincularon a los productores que lo seguían cultivando para darles apoyo y difusión.

Por su naturaleza, este cultivo representa una alternativa al modelo del mercado: los productores generan su propia semilla, trabajan con agricultura de bajo impacto y con un modelo de agricultura familiar que genera fuerte compromiso con el cuidado de los campos.

Quién desde el primer momento se puso al hombro la bandera de este producto fue “Lolo” Garat, actual secretario de Extensión de esa unidad académica que siempre ha sido “el gran respaldo para este proyecto que nació para recuperar la semilla y revalorizarla”, según resume.

“Yo estuve desde la primera fiesta hasta la número 13, el año pasado. Pero ahora les pasé la posta a los productores para su organización, que requiere mucho trabajo. Sé que la están organizando; que ya están las plantas para la muestra viva”, subraya.

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“Alrededor de este fruto hay muy pocos productores; son apenas diez los que se conocen y participan activamente. Por supuesto que debe haber otros más chicos, y algunos incluso que plantan para autocultivo. Pero en el grupo son pocos. La producción anual es muy escasa. Se podrían hacer dos cosechas anuales, una más temprano y otra en diciembre, pero todos producen sólo para la fiesta y un poco más”.

“En un trabajo que estamos haciendo sobre este producto, analizamos la evolución del tomate platense y vemos que desde que se recuperó la semilla la producción se mantiene igual, pero la demanda se ha multiplicado mucho; así y todo, la producción no crece” observa Garat: “primero, porque está en manos de productores chicos; y además, porque es un tomate que tiene mala prensa entre los verduleros: la época de cosecha es muy calurosa, se les hace puré… no les conviene”.

“Los productores son todos quinteros pequeños, que se dedican al cultivo familiar… Algunos no tienen vehículo. Alrededor del tomate platense hay algo idílico, de romanticismo, no tan comercial sino vinculado a la historia, a la naturaleza. Y creo que eso también es parte de su sello”, dice Lolo. De acuerdo con un relevamiento preliminar, ya que las estadísticas no abundan en este terreno, se puede estimar que la producción anual aproximada por productor es de unas 3 mil plantas, equivalentes a unos 90 mil kilogramos en el global regional.