Presidente, con destino de grandeza
Edición Impresa | 22 de Enero de 2018 | 04:23

Elva Roulet
Ex vicegobernadora de la Prov. de Buenos Aires
Podemos pensar que el Dr. Arturo Illia fue un hombre del destino o que fue el hacedor de su propio destino al que, con clarividencia, voluntad y total entrega de sí mismo, consagró su vida para cimentar un país mejor para todos los argentinos.
Comenzó su compromiso político al cumplir los 18 años afiliándose a la Unión Cívica Radical. Muy joven médico se entrevistó en 1928 con Hipólito Yrigoyen, quien le aconsejó radicarse en el interior del país, Lo hizo al año siguiente en Cruz del Eje, Córdoba, donde se asentó definitivamente y desde donde irradió su personalidad. Su carrera médica dirigida a los más necesitados con total generosidad y abnegación le valió ser llamado “el apóstol de los pobres”.
Desde allí desarrolló, igualmente, su carrera política y fue Senador provincial, Vicegobernador de Córdoba, Diputado Nacional y electo Gobernador en 1962, no pudiendo ejercer su mandato por la interrupción militar que lo impidió. En 1963, luego de una campaña electoral en la que ofrecía “Illia le da una mano limpia” ocupó la Presidencia de la Nación. En su mensaje de asunción afirmó: “Hay una meta fijada que debemos alcanzar: la felicidad de la Patria”. Gobernó con firmeza y autoridad moral, tuvo la sabia virtud política de la prudencia y el auténtico coraje para las decisiones riesgosas, que supo adoptar sin vacilaciones. Cimentó su paso por la más alta magistratura su vida entera consagrada a luchar por la vigencia de los principios constitucionales y democráticos.
Su gestión de gobierno tuvo coherencia y creatividad en pos de objetivos claramente definidos orientados a la acción de su plan de gobierno, expresado en la obra del Consejo Nacional de Desarrollo por él creado.
Una oposición ciega e irresponsable y una prensa militantemente adversa supieron generar el clima que llevó al asalto de la Casa de Gobierno producido en la madrugada del 28 de junio de 1966.
En medio de las frustraciones y fracasos que se sucedieron en la vida política los argentinos hemos buscado modelos diferentes, figuras ejemplares que sirvieran a modo de faro para los navegantes extraviados en las tinieblas. Y alli, en esa búsqueda, se levanta la imagen señera de ese gran hombre y político íntegro e inclaudicable, a quien honramos en este día.
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