Con la ola de calor reaparece el flagelo de los incendios

A principios del mes pasado se alertaba en esta columna acerca de la necesidad de que los cuerpos de bomberos cuenten con recursos necesarios para combatir los incendios en la Región, haciéndose eje en la inminente llegada entonces de las jornadas con elevadas temperaturas. Esta última circunstancia, como bien se sabe, se presentó y, con ella, los días caracterizados por muchos incendios en las zonas descampadas y urbanas de nuestra zona.

Así, tal como se informó, la del miércoles pasado fue una jornada complicada para los distintos cuerpos de bomberos, con varios incendios de pastizales y en viviendas. Por ejemplo, en 531 y 143 se quemó se quemó una casilla de chapa y madera y el fuego tomó una casa de material que estaba adelante. No hubo heridos, pero los daños fueron importantes: ropa, muebles, una moto y hasta garrafas, dijeron las fuentes oficiales. Además, el foco afectó árboles y cercos de viviendas vecinas.

Entre tanto, y entre otros siniestros de menor envergadura, los cuerpos de bomberos de Los Hornos, La Plata y San Carlos debieran desarrollar un operativo conjunto para poder sofocar un importante siniestro en un domicilio particular de 32 bis, 146 y 147.

Se está, por consiguiente, una vez más, ante la necesidad de que se acentúen las actividades de prevención y, a la vez, se profundicen todas aquellas medidas que apunten a combatir con celeridad y eficacia los eventuales frentes de fuego que puedan presentarse. Tales previsiones son igualmente válidas para los más temidos incendios forestales que, año tras año, causan pérdidas muy gravosas en el país y ponen en riesgo a muchas vidas.

Está claro que los incendios no dan tregua y que se reiteran, muy especialmente, la temporada de verano y no sólo en nuestra región, sino en buena parte de las ricas zonas boscosas de la Argentina.

La realidad indica que, si bien se han advertido algunos avances en los últimos años -sobre todo a partir de algunas verdaderas catástrofes registradas por ese motivo en el sur- todavía no se nota que existan resguardos adecuados y sobre todo que funcionen con la eficiencia necesaria para generar una protección efectiva de la enorme riqueza que significan para el país los bosques, los campos y las reservas forestales.

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Lo cierto es que la experiencia acumulada y la que puede obtenerse de otras naciones donde también existen grandes extensiones de bosques o pastizales y deben combatirse situaciones similares, debiera servir para que, por lo menos, pudieran reducirse los daños que provocan estos siniestros.

La suficiente provisión de recursos materiales a los cuerpos de bomberos de nuestra zona, la mejor capacitación de sus efectivos así como la disponibilidad de más y mejores aviones hidrantes para la zona sur y la cordillerana, la existencia de una organización de guardabosques dotada de los medios necesarios, además de la imprescindible asistencia a quienes combaten las llamas, son requerimientos impostergables.

Se está hablando, en la mayoría de los casos, de contar con estructuras aptas para luchar contra el fuego, antes de que valiosos patrimonios queden devastados por la desviación de piromaníacos, por la negligencia irresponsable de muchas personas, por los arbitrios del clima o la desidia de las autoridades.