Argentina sin juego asociado y Brasil se lo ganó por una cabeza en el último suspiro

Brasil venció a Argentina en un descafeinado Superclásico de las Américas disputado en Arabia Saudí, gracias al solitario gol del central Miranda en el minuto 92 tras un córner cobrado por Neymar, el mejor de la Canarinha.

Al margen del resultado, que es en definitiva una anécdota meramente estadística en un choque en el que no había nada trascendente en juego, la conclusión central para por la falta de juego asociado de la Argentina. El albiceleste es un equipo en construcción, con un DT interino como Scaloni, que no logró jugar de igual a igual ante el consolidado Brasil de Tite que manejó el trámite a su gusto, aunque recién pudo quebrar la resistencia argentina en tiempo de descuento.

La pentacampeona del mundo jugó lento, sin chispa y evidenció su falta de ideas ante una Argentina sin tres de sus estrellas (Lionel Messi, Ángel Di María y Sergio Agüero), pero se llevó la victoria gracias al defensa del Inter de Milán, de 34 años.

A Argentina tampoco pareció importarle demasiado el resultado ya que solo despertó en la segunda mitad y siempre estuvo más preocupado de detener las arrancadas de Neymar, el más inspirado y motivado de la noche.

Aunque el peso del partido corrió por cuenta de la Canarinha, la primera finalización del partido fue de los argentinos por medio de un disparo de Lo Celso raso, de primeras, que se marchó cerca del arco defendido por Alisson.

La Albiceleste tampoco hizo mucho más en el ataque con un Icardi que se afanó más en tareas defensivas para evitar las carreras de Neymar. El principal error de Brasil fue insistir por el centro, donde se acumulaba una maraña de jugadores difícil de sobrepasar.

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El delantero del París Saint-Germain se dio cuenta rápido y empezó a buscar en el carril izquierdo al lateral Filipe Luis, aunque en ninguna ocasión consiguieron poner nervioso a Romero.

La presencia de dos delanteros puros en la alineación titular, como Firmino y Gabriel Jesús, juntos por primera vez en la era Tite, tampoco se tradujo en un acoso constante sobre la portería del golero suplente del Manchester United.

La mejor para los brasileños en el primer tiempo fue un disparo mordido de Miranda, que recibió en el área, dominó, cruzó y superó al guardameta, pero en la línea de gol esperaba Otamendi para salvar a los suyos. Más tarde acertaría el zaguero.

Los pupilos de Scaloni aguantaron firmes sin sudar demasiado. Tampoco buscaron el gol. Solo Dybala inquietó a Alisson en un lanzamiento de falta directa que miró de cerca la escuadra de la portería.

El único que no desistió fue Neymar. Se escoró más por izquierda, provocó una falta peligrosa en la frontal del área, aunque nada lo suficientemente acertado para anotar.

En ese clima aletargado, Argentina empezó mejor la segunda parte. Como en el inicio del partido, los de Scaloni avisaron primero. Esta vez fue Icardi, quien rompió a Marquinhos, pero disparó flojo al lateral de la red.

No obstante, esta vez consiguieron mantener la intensidad y borraron momentáneamente del mapa a los brasileños. Fue entonces cuando Tite decidió mover el banquillo y dar entrada a Richarlison por Gabriel Jesús, desacertado como estuvo en el pasado Mundial.

Brasil mejoró en el último cuarto de hora a lomos de Neymar, pero el camisa 10 continuó con la pólvora mojada. Tuvo que ser Miranda quien rompiera las tablas y entregara a la Canarinha un triunfo que dará moral a los de Tite. El reproche argentino fue para Romero (le cabecearon en el primer palo) y Otamendi (de gran partido hasta ese instante en que perdió la marca). Argentina busca una identidad. Aún no la tiene.