Ricardo Mizrahi

Ricardo Mizrahi fue un pujante empresario y hombre de la cultura, apasionado por el cine casi tanto como por Gimnasia; alguien que, tras la apariencia de un gesto adusto, se brindó de manera tierna e incondicional a sus seres queridos. Fue un hombre de carácter y principios que gestó un sinfín de proyectos que solo interrumpió la muerte, esa que lo estaba esperando en un pequeño pueblo de Italia, al borde del Lago Di Garda, un lugar soñado por Ricardo.

Nació en capital federal el 27 de febrero de 1946, pero siendo muy pequeño se mudó a La Plata y creció junto a sus hermanos Graciela y Daniel.

Tras terminar la escuela primaria, a los 12 años, decidió ganarse la vida y se fue a trabajar a la fábrica de calzados de un tío. Ese fue el hito que lo inició en la vida laboral y que él recorrió con el ímpetu de quien no le teme a los desafíos.

Cinéfilo desde temprana edad, a los 18 años ya se había convertido en el administrador de varias salas de la Ciudad. Tanto se dedicó a esa empresa que cuando cerró las salas, dejó de ver películas en el cine por la angustia que eso le provocaba.

Pero el mundo artístico lo tuvo también como un productor que, junto a figuras locales como Ricardo Ibarlin, primero y Juan Carlos “Negro” Morales después, trajo a La Plata importantes espectáculos y hasta cantantes internacionales como Joan Manuel Serrat y Roberto Carlos.

En las últimas cuatro décadas estuvo al frente de un tradicional comercio de indumentaria masculina situado en la galería San Martín.

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Efemérides

Entre las épocas que le gustaba evocar estaban la de los famosos bailes de Estudiantes que él organizaba en los jardines del club.

Recorrió esa vida tan intensa junto a Estela Durán, con quien tras 5 años de noviazgo, se casó en 1985.

Sus allegados destacaron la inmensa generosidad de ese hombre caracterizado por su barba larga y su habano; un ser afecto a compartir con amigos partidas de ajedrez, tragos y charlas que siempre se extendían hasta la madrugada.

Noctámbulo, fraterno, cálido y riguroso, fue sin duda un personaje cautivante, un tipo derecho, íntegro y cabal, que donde militó dejó la marca de una personalidad irrepetible.

Gimnasia y el fútbol fueron dos de sus grandes pasiones y siempre estuvo vinculado a la institución, incluso en su hogar llegó a albergar a jugadores que por distintas razones necesitaban un lugar para alojarse.

Amante de los viajes, del buen vivir y de los periódicos encuentros con sus amigos supo honrar los valores que lo definieron como un hombre tan peculiar como íntegro, de esos seres con palabra que no pasan desapercibidos y cuya ausencia solo puede mitigar los buenos recuerdos.